Mi primer contacto con el aprovechamiento de la muerte por parte de un político, lo tuve a mis 17 años. Yo era directivo de las juventudes conservadoras del Valle y recorríamos ciudades y veredas inhóspitas buscando fortalecer nuestro movimiento político, el holguinismo. Uno de los trabajadores más incansables y recursivos de la causa era Jairo Hoyos Salcedo. Mientras otros leíamos sobre ideologías o planes de desarrollo, Jairo hacía proselitismo con fervor y acudiendo a lo que fuera. No era nuestro referente a emular, pero no dejábamos de reconocer su trabajo. Alguna vez, al caer la tarde, íbamos en una vereda de El Cairo, norte del Valle, cuando observamos un grupo de unas 15 personas frente a una vivienda.

Jairo le pido al conductor del Land Rover que parara y llamara a uno de los campesinos del grupo. “Buenas tardes, amigo. ¿Podemos saber qué pasa en esa casa?”, preguntó Jairo. “Un velorio, señor”, contestó tímidamente el campesino. “Ah, ¿sí?, y ¿quién murió?” “Don Alipio Jaramillo, señor”. “¿Joven o cuchito?”, inquirió Jairo. “Ya tenía más de 80″, reconoció el vecino. “Cuénteme de él, amigo”, solicitó Hoyos Salcedo. “Pues don Alipio vino a la vereda como maestro de primaria. Se fue amañando. Al punto que llegó a ser muchos años inspector de Policía. Tuvo hijos en varias señoras, pero fue muy buena persona”, argumentó con tristeza el agricultor. “Bueno, señores, a bajarse”, ordenó Jairo. Todos obedecimos.

Jairo se quitó el sombrero, saludó a las viudas y a todos los asistentes. Puso la mano sobre el ataúd y en voz alta proclamó: “Hemos venido exclusivamente desde Cali a acompañar a un héroe en su descanso eterno: ¡Alipio Jaramillo! El Valle tiene la bandera a media asta, pues ha fallecido un educador inolvidable y un símbolo en la administración de justicia. ¡Cuánto hizo por los jóvenes! ¡Cuánto contribuyó a la reconciliación de esta vereda! Con razón tantas señoras lo amaron y por eso sus características están heredades por su prole, quienes están orgullosos de semejante héroe, que motivó nuestra venida únicamente a acompañarlos”. Y ante nuestros ojos incrédulos, cerraba haciendo alusión a nuestro partido, a nuestro jefe quien enviaba condolencias y en medio de los aplausos salíamos al recorrido buscando otra oportunidad que Jairo no desaprovechaba. Jairo fue uno de los 11 diputados, miserablemente asesinados por la guerrilla.

La lista de mentiras, verdades y oportunidades que han hecho parte de las oraciones fúnebres es ilimitada. Uno de los hechos más recordados por los colombianos fue el discurso de Juan Manuel Galán en la muerte de su padre, cuando le pidió a Cesar Gaviria que tomara las banderas del héroe asesinado. Gaviria terminó siendo presidente de Colombia.

Hace pocos días falleció Piedad Córdoba y uno de los mensajes más llenos de bilis fue el del presidente Petro. Muy poco elogió a la difunta, pero aprovechó el deceso para vomitar el resentimiento que lo invade. “Su cuerpo y su mente no resistieron la presión de una sociedad anacrónica, que aplaudía los ajustamientos de jóvenes, que odiaba el diálogo y la paz, que odiaba a los negros, a los indígenas y a los pobres, que la trataba como una criminal”. Esto dijo Petro de quien fue su antagonista muchas veces, quien aseguró que no votaría por él, por ser Petro una mala persona, que dijo que la extraditaría, así como extraditó a su hermano. La falsedad aprovechándola como bandera política.

Esto contrasta con la muerte del expresidente chileno Sebastián Piñera y el comportamiento caballeroso y cálido del izquierdista presidente Gabriel Boric con honores de Jefe de Estado a su contradictor fallecido. Así, Boric da pasos a una inteligente reconciliación nacional. Más fácil actuar como líder cuando se es buena persona.

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Cuando el féretro se vuelve tribuna política

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11.02.2024

Mi primer contacto con el aprovechamiento de la muerte por parte de un político, lo tuve a mis 17 años. Yo era directivo de las juventudes conservadoras del Valle y recorríamos ciudades y veredas inhóspitas buscando fortalecer nuestro movimiento político, el holguinismo. Uno de los trabajadores más incansables y recursivos de la causa era Jairo Hoyos Salcedo. Mientras otros leíamos sobre ideologías o planes de desarrollo, Jairo hacía proselitismo con fervor y acudiendo a lo que fuera. No era nuestro referente a emular, pero no dejábamos de reconocer su trabajo. Alguna vez, al caer la tarde, íbamos en una vereda de El Cairo, norte del Valle, cuando observamos un grupo de unas 15 personas frente a una vivienda.

Jairo le pido al conductor del Land Rover que parara y llamara a uno de los campesinos del grupo. “Buenas tardes, amigo. ¿Podemos saber qué pasa en esa casa?”, preguntó Jairo. “Un velorio, señor”, contestó tímidamente el campesino. “Ah,........

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