En la costa sur de nuestra Isla, sobre las arenas de Guayacanal, hay un filón de riquezas que va y viene con la marea, y no es una imagen literaria o hiperbólica. Puedo asegurarlo, lo he visto y hasta tocado con mis manos. Desafortunadamente, hasta ahora una mina de recursos sin provecho alguno. Pero eso puede cambiar.

Echemos un vistazo a realidades semejantes en otras partes del paneta. En cualquiera de ellas el mar concentra lo que le llega contra su voluntad y demuestra su desagrado, con la primera resaca, arrojándolo fuera. Algunas son famosas como zonas de “recalos”, término asociado a las pacas de droga, más no exclusivo de tal esfera criminalística.

Grandes recaladas se acumulan hasta en el Polo Norte y la televisión internacional nos trae imágenes de cuántos desechos se aportan adonde convivimos haciendo más peligrosa nuestra existencia.

No faltan los grupos de personas que han comprendido la importancia de parar tanto desafuero y se movilizan en esta lucha por la vida, hasta en vacaciones, para recoger contaminantes, retirarlos y sanear el medio ambiente. Pero son, en gran medida, solo grupos aislados quienes han comprendido la urgencia del momento. Y tienen, en no pocas ocasiones, que adoptar actitudes muy radicales, oponiéndose a gobiernos y grandes corporaciones para que su reclamo sea tomado en cuenta.

En nuestro país, a tales acciones se les ha dado una connotación gubernamental y de respaldo total. Desplegamos la Tarea Vida que, abarcando a todo el archipiélago, involucra no solo a grupos aislados. Ya tiene avances notables, sobre todo en la conservación del ambiente costero, la preservación de las dunas o la reforestación de manglares. Tal empeño debiera generar también riqueza inmediata, y no solo a mediano o largo plazos. Y es precisamente el punto en que centramos este comentario.

En Guayacanal la corriente marina arroja toneladas de cuanto puede haber a bordo de un barco, desde muebles y efectos electrodomésticos hasta bidones de combustible, gruesos calabrotes de nailon y artes de pesca de la mejor calidad. Materia prima que nos traen las corrientes marinas, regalo que dejamos pasar como si no precisáramos de cuanto puede aportarnos en productos reciclados, y dinero contante y sonante.

Cientos de sogas de nailon –y buena falta que hacen, sobre todo en el sector agropecuario– podrían torcer los acuciosos integrantes de los talleres de discapacitados si solo se recobran las artes de pesca y calabrotes mencionados.

La Empresa Recuperadora de Materias Primas tendría –de a gratis– un voluminoso surtido de productos reciclables para incrementar sus producciones y aportes en valores.

Guayacanal constituye un filón de riquezas, hoy a la espera de algún interesado. Dentro de la proyectada recuperación económica, sanear sus orillas no está incluido en ningún plan. Tomarlas en cuenta e incorporarlas al reciclaje, por la vía que sea, conviene a todos. Sería, hasta donde sabemos, la acción de saneamiento costero con mayor impacto económico gratuito y a corto plazo.

QOSHE - Oportunidad de reciclaje a la deriva - Wiltse Javier Peña Hijuelos
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Oportunidad de reciclaje a la deriva

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05.01.2024

En la costa sur de nuestra Isla, sobre las arenas de Guayacanal, hay un filón de riquezas que va y viene con la marea, y no es una imagen literaria o hiperbólica. Puedo asegurarlo, lo he visto y hasta tocado con mis manos. Desafortunadamente, hasta ahora una mina de recursos sin provecho alguno. Pero eso puede cambiar.

Echemos un vistazo a realidades semejantes en otras partes del paneta. En cualquiera de ellas el mar concentra lo que le llega contra su voluntad y demuestra su desagrado, con la primera resaca, arrojándolo fuera. Algunas son famosas como zonas de “recalos”, término asociado a las pacas de droga, más no exclusivo de tal esfera criminalística.

Grandes recaladas se acumulan hasta en el Polo Norte y la televisión internacional nos........

© Victoria


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