X: @tulioramirezc

Desde que comenzó el campeonato de beisbol profesional he ido por lo menos a tres juegos en el parque de la Universidad Central de Venezuela, ese que popularmente es conocido en el ambiente beisbolero como “el Universitario”.

Aunque soy magallanero por convicción, historia y carga genética, he asistido a juegos donde no ha estado involucrada la Nave Turca. La fiebre por este deporte me hace disfrutar del espectáculo con independencia de quienes estén jugando. Pero no solo he ido al estadio, también he visto por televisión la mayoría de los juegos donde ha estado involucrado el equipo de mis afectos.

Ustedes se preguntarán, “¿cómo es posible que a este articulista se le ocurra escribir sobre beisbol cuando Venezuela está a un paso de un conflicto fronterizo?”, o mejor aún, “qué riñones, este dizque cronista, coloca como relevante la pelota por encima de asuntos como la crisis política, la pobreza, la delincuencia, la corrupción, la persecución al que piense diferente, el suicidio y la diáspora”.

A estos preocupados lectores desde ya les pido disculpas por no llenar hoy sus expectativas. Sin embargo, también les pediría que leyeran todo el artículo para asegurarse que la entrega es lo suficientemente díscola y frívola como para justificar la crítica hecha en el párrafo anterior. Continúo.

Decía pues, que he ido al universitario y he notado el cambio en las instalaciones. Indudablemente que el contrato firmado entre los Tiburones de La Guaira y la UCV ha traído beneficios al coso de Los Chaguaramos. Los baños están reconstruidos totalmente, se diversificó la oferta en los servicios de comida rápida, bebidas y en cuanto al orden y seguridad el cambio también ha sido notable.

En cuanto a la calidad del espectáculo, el hecho de que se hayan superado los obstáculos para la contratación de peloteros criollos o importados que sean fichas de equipos de la MLB, ha permitido a la afición disfrutar de sus ídolos y de un beisbol de alta calidad. Esto también se agradece.

A la par de lo anterior he notado, quizás salvo en el Monumental de La Rinconada cuando juegan los eternos rivales, que en la mayoría de los estadios las Gradas permanecen totalmente vacías y la Tribuna Central con apenas el 50% de las sillas ocupadas o, en casos muy puntuales, tres cuartas partes de las sillas disponibles son ocupadas.

Es evidente que la asistencia al estadio ha disminuido en esta temporada. Una hipótesis que puede explicar en parte esta situación es el alto costo que supone para el fanático disfrutar del espectáculo. Sacando unas cuentas ligeras donde no se incluye el precio de la entrada, un padre de familia acompañado de su esposa y dos hijos debe asegurar llevar en los bolsillos por lo menos 60 dólares, sin pretender que con esa cantidad tenga acceso a lo más exquisito de la oferta culinaria.

*Lea también: Crónica | Visita al Monumental de Caracas: béisbol repleto de adornos

La época en la que al estadio asistían y disfrutaban desde los sectores más populares hasta los sectores más pudientes, pareciera haberse acabado. Indudablemente que un servicio de mayor calidad amerita aumentar los costos y por lo tanto elevar los precios. Pretender que esta relación sea inversamente proporcional es demagógico y carente de toda lógica económica.

La calidad debe pagarse, de eso no hay duda. El asunto es que los miserables sueldos que devengamos la mayoría de los venezolanos, no permiten el ingreso al estadio y disfrute del juego de las grandes mayorías.

Inclusive, bajo el supuesto hipotético que rebajaran en un 50% los precios de entrada, comida y bebidas, sería todavía muy cuesta arriba para un venezolano que recibe menos de siete dólares como salario mensual, acceder a este tipo de entretenimiento.

El precario estado en el que encuentran más del 80% de los venezolanos hace que solo sea un recuerdo del pasado las impresionantes imágenes de estadios “llenos hasta la bandera”. La revolución ha convertido a un deporte de raigambre popular como el beisbol, en un deporte para el disfrute de sectores cada vez más pequeños de la sociedad. Esa es la magia de la revolución socialista, igualitaria y profundamente chavista.

Tulio Ramírez es abogado, sociólogo y Doctor en Educación. Director del Doctorado en Educación UCAB. Profesor en UCAB, UCV y UPEL.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo.

QOSHE - “Lleno hasta la bandera”, una expresión del pasado, por Tulio Ramírez - Tulio Ramírez
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

“Lleno hasta la bandera”, una expresión del pasado, por Tulio Ramírez

9 1
11.12.2023

X: @tulioramirezc

Desde que comenzó el campeonato de beisbol profesional he ido por lo menos a tres juegos en el parque de la Universidad Central de Venezuela, ese que popularmente es conocido en el ambiente beisbolero como “el Universitario”.

Aunque soy magallanero por convicción, historia y carga genética, he asistido a juegos donde no ha estado involucrada la Nave Turca. La fiebre por este deporte me hace disfrutar del espectáculo con independencia de quienes estén jugando. Pero no solo he ido al estadio, también he visto por televisión la mayoría de los juegos donde ha estado involucrado el equipo de mis afectos.

Ustedes se preguntarán, “¿cómo es posible que a este articulista se le ocurra escribir sobre beisbol cuando Venezuela está a un paso de un conflicto fronterizo?”, o mejor aún, “qué riñones, este dizque cronista, coloca como relevante la pelota por encima de asuntos como la crisis política, la pobreza, la delincuencia, la corrupción, la persecución al que piense diferente, el suicidio y la diáspora”.

A estos preocupados lectores desde ya les pido disculpas........

© Tal Cual


Get it on Google Play