El burdo montaje de Rubén Rocha
“La mentira nunca vive lo suficiente como para envejecer.”
“Sobre Marioh de bruces, tres cruces
Una en la frente, la que más dolió
Otra en el pecho, la que le mató
Y otra miente en el noticiero”
El asesinato de Héctor Melesio Cuén Ojeda fue, desde el primer minuto, una historia mal contada. El gobierno de Sinaloa quiso vestir la ejecución como un robo, un accidente criminal, un episodio de delincuencia menor. Era la coartada perfecta para un crimen político: disfrazarlo de casualidad. Pero la verdad —que siempre encuentra alguna grieta para colarse— terminó por destrozar el teatro que armó Rubén Rocha Moya y su gente. Pero ellos no solo mintieron: montaron una narrativa, fabricaron un video, manipularon tiempos, acomodaron testigos. En pocas palabras: intentaron fabricar una segunda muerte para Cuén, la muerte del sentido y de la verdad.
La investigación federal terminó por confirmar lo que la lógica ya sospechaba: Cuén no fue asesinado donde dijeron ni como dijeron ni por quien dijeron. Su muerte ocurrió en la misma finca donde, horas antes, se habría consumado el secuestro de © SDP Noticias





















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