La inseguridad en las calles y hogares de Bolivia, ya no solo por la actividad de carteristas, descuidistas, lanceros, monreros y otros que tradicionalmente creaban temor, sino porque estos han sido superados con ventaja por delincuentes profesionales que no le tienen temor a las consecuencias de sus actos; se saben poderosos e impunes y de ahí que sin escrúpulo alguno, amenazan o directamente atacan a testigos casuales de sus delitos y a las víctimas, muchas de las cuales prefieren callar, más aún cuando tienen la convicción de que acceder a la justicia es una quimera.

La realidad de Bolivia marcada por asesinatos, feminicidios, infanticidios, asaltos a mano armada, contrabandistas que sobrepasan a las autoridades aduaneras, ajustes de cuentas que dejan despojos humanos de sus víctimas donde mejor les parece, desaparición de niñas/os y mujeres víctimas de bandas de tratantes se refleja en titulares de los medios de comunicación, noticias que duran el tiempo que llevan ser reemplazadas por crímenes aún más crueles. La Policía antinarcóticos, que aparentemente es la más eficiente, informa sobre duros golpes al narcotráfico; sin embargo, la presencia de clanes internacionales es cada día más fuerte, de acuerdo a investigadores nacionales e internacionales.

Frente a un panorama de tanta inseguridad, llama la atención que las autoridades del Estado viven una realidad paralela, según ellos, todo está muy bien; mientras ajustan cuentas a sus opositores con un sistema de justicia corrupto que no inspira la más mínima confianza en la población, especialmente en aquella que no tiene posibilidad de ser recomendada por algún “hermano/a” del proceso de cambio.

El Estado carece de una política seria para enfrentar el crecimiento de la delincuencia y la inseguridad; no existen políticas de prevención para evitar que se consolide en el subconsciente colectivo la resignación de convivir con crímenes aberrantes, fingiendo sordera y ceguera. Las inversiones son destinadas a programas de adormecimiento social a través de millonarios contratos con medios de comunicación obsecuentes y regalos a líderes de organizaciones sociales que hoy le juran amor incondicional al presidente como lo hacían ayer a Evo Morales, bienes para que presuman de los beneficios que instalarse sobre las cabezas de sus afiliados.

Las autoridades admiten la presencia de peligrosas organizaciones criminales con capacidad de enfrentarse a la Policía, al Ejército y cuanto obstáculo se ponga en el camino, pero el Gobierno continúa pasivo preocupado únicamente en cómo asegurar su reelección.

DE FRENTE

JULIETA MONTAÑO S.

Abogada, feminista, defensora de DDHH

julietamontañ[email protected]

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Inseguridad en calles y hogares, corrupción en el Estado

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14.01.2024

La inseguridad en las calles y hogares de Bolivia, ya no solo por la actividad de carteristas, descuidistas, lanceros, monreros y otros que tradicionalmente creaban temor, sino porque estos han sido superados con ventaja por delincuentes profesionales que no le tienen temor a las consecuencias de sus actos; se saben poderosos e impunes y de ahí que sin escrúpulo alguno, amenazan o directamente atacan a testigos casuales de sus delitos y a las víctimas, muchas de las cuales prefieren callar, más aún cuando tienen la convicción de que acceder a la justicia es una quimera.

La realidad de Bolivia marcada por asesinatos, feminicidios, infanticidios, asaltos a mano armada,........

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