De las Navidades se ha solido decir desde hace ya muchísimos años que es tiempo de amor, unión y de no sé cuantas cosas más, pero no de cordura, ni sensatez ni moderación. Y es que no hay más que ver cómo en los últimos tiempos asistimos a una larga carrera por desplegar adornos navideños con más luces y árboles. Y, además, bastante antes de comenzar realmente las Navidades. Cuando yo era crío, la Navidad empezaba una, o como mucho dos semanas antes del 25. Ahora empieza oficialmente mes y medio antes, y ya se empieza a barruntar desde finales de octubre. Y no sólo eso, se han añadido más festejos importados para intercalarlos en los intermedios de las fiestas navideñas.

La retórica del yo más. De la pelea entre ciudades por ver quién llega a la Navidad con un mayor despliegue de luces led, el árbol más alto, es otra característica de las Navidades en los últimos tiempos. Y, ¿cuánto cuesta? Un gran despliegue de bombillas y árboles requiere un generoso despliegue presupuestario al que no siempre es fácil seguirle la pista, ya que hay contratos plurianuales y el gasto en las campañas de Navidad va más allá de las bombillas. Para muestra, un botón: hace poco el diario Faro de Vigo hizo el cálculo de cuánto exigirá la campaña de 2023 en esa ciudad, cuyo alcalde, el socialista Abel Caballero, presume de tener la ciudad más iluminada del mundo en Navidades, y su conclusión es que costará unos 3,3 millones de euros a las arcas locales, una cifra considerable para una ciudad que no llega a 300.000 vecinos.

Acongoja pensar que a estas alturas las ciudades, sus alcaldes, se peleen para ver quién lo tiene más grande (el árbol), quién pone más lucecitas, quién provoca que se consuma más y antes, quién genera más residuos, quién sigue contaminando más....

En el caso de Navarra, ya tenemos las calles de Iuña-Pamplona, incluida la polémica por el caos organizativo con la suelta de los farolillos, y de los municipios, decoradas con el tradicional alumbrado navideño. Más allá de lo que puedan gustar estos adornos, conviene llamar la atención sobre el derroche energético y el impacto ambiental que supone este tipo de ornamentación, aunque se haya pasado en muchos lugares a las lámparas led, más eficientes. Pero también convendría decir que las lámparas led que se utilizan provocan una contaminación lumínica mucho más peligrosa que las lámparas convencionales, porque tienen mucha más emisión en el espectro azul, que es la que genera mayor problema para la biodiversidad, especialmente para las aves. Abruma pensar la cantidad de energía que puede llegar a consumirse de un modo tan superfluo en todo el mundo enriquecido durante estas fechas. Y es que, aunque los recibos de la luz los paga cada ayuntamiento, al final es la ciudadanía, la factura medioambiental en forma de cambio climático o contaminación la paga todo el planeta. Y, mientras tanto, cada vez más personas sumidas en la pobreza energética. El mejor regalo que los ayuntamientos pueden hacer a sus ciudadanos y ciudadanas es reducir este absoluto despilfarro energético y no contribuir con él a la crisis climática, además de contribuir a la lucha contra la pobreza energética.

Por otra parte, una de las razones principales por las que se realiza este encendido de luces es para fomentar el consumo en las fechas navideñas, con el que se genera una brutal explotación de los recursos y una generación insostenible de residuos. Se trata de una carrera obscena e indignante en la que algunos alcaldes y corporaciones municipales están jugando a ver quién gasta más dinero público en luces navideñas, algo que no tiene demasiado que ver con lo que es el espíritu navideño, que tendría que estar más enfocado en competir por la solidaridad, con la calidad de los servicios públicos, con dar una buena imagen en cuanto a la calidad del transporte…

Todo ello incita a la compra compulsiva. Se consume cada vez más de forma absolutamente compulsiva sin tener en cuenta lo que ello supone, con muchas materias primas que ya escasean en el planeta. Nos estamos aproximando de forma acelerada a los límites planetarios. Esto implica que no queda otro remedio que reducir drásticamente el consumo y cambiar el modelo económico. La forma en que se extraen los recursos desde principios del siglo XX hace pensar que las materias primas van a tener grandes problemas de suministros en pocos años.

Ya estamos prácticamente en la vorágine de las Navidades, y si bien hace mucho tiempo la Navidad era una celebración familiar, y hace aún más una conmemoración religiosa, hoy es fundamentalmente una fiesta del consumo. Y, en mi opinión, necesitamos hacer realidad lo de menos de todo lo que suponga más energía, productos y servicios. Y más tiempo para el encuentro con los seres queridos, los paseos por la naturaleza, los saludos y los abrazos....

No se trata de aguar estas fiestas. Pero sí deberíamos tener presente que, según la organización WWF (Fondo Mundial de la Naturaleza), actualmente necesitaríamos 1,75 planetas para satisfacer la demanda de recursos naturales que tenemos a nivel mundial. En el caso del Estado español necesitaríamos casi 3 Tierras. Existes grandes diferencias dependiendo de cada país: Qatar por ejemplo necesitaría 9 planetas, EEUU 5,1 comparados con los 0,3 planetas de Yemen.

Y, ¿qué supone estar en esta situación? Que empezamos a gastar los recursos de la tierra de 2024. Es decir, no le estamos dando tiempo a la naturaleza a recuperarse y que pueda producir en el futuro. El modelo actual de producción y consumo es una de las principales causas de la crisis climática y la destrucción de la naturaleza. Tenemos que cambiar la forma de vida: desde el modo en el que consumimos y producimos los alimentos, a cómo nos movemos o cómo conseguimos nuestra energía.

El autor es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente

QOSHE - Consumismo y adornos navideños - Julen Rekondo
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Consumismo y adornos navideños

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04.12.2023

De las Navidades se ha solido decir desde hace ya muchísimos años que es tiempo de amor, unión y de no sé cuantas cosas más, pero no de cordura, ni sensatez ni moderación. Y es que no hay más que ver cómo en los últimos tiempos asistimos a una larga carrera por desplegar adornos navideños con más luces y árboles. Y, además, bastante antes de comenzar realmente las Navidades. Cuando yo era crío, la Navidad empezaba una, o como mucho dos semanas antes del 25. Ahora empieza oficialmente mes y medio antes, y ya se empieza a barruntar desde finales de octubre. Y no sólo eso, se han añadido más festejos importados para intercalarlos en los intermedios de las fiestas navideñas.

La retórica del yo más. De la pelea entre ciudades por ver quién llega a la Navidad con un mayor despliegue de luces led, el árbol más alto, es otra característica de las Navidades en los últimos tiempos. Y, ¿cuánto cuesta? Un gran despliegue de bombillas y árboles requiere un generoso despliegue presupuestario al que no siempre es fácil seguirle la pista, ya que hay contratos plurianuales y el gasto en las campañas de Navidad va más allá de las bombillas. Para muestra, un botón: hace poco el diario Faro de Vigo hizo el cálculo de cuánto exigirá la campaña de 2023 en esa ciudad, cuyo alcalde, el socialista Abel Caballero, presume de tener la ciudad más iluminada del mundo en Navidades, y su conclusión es que costará unos 3,3 millones de euros a las arcas locales, una cifra........

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