Santi Nolla

Pedri era básico. De Jong, insustituible. La lesión de Gavi, un obstáculo casi insuperable. Al equipo solo lo aguantaban los jóvenes. Lamine era el mejor delantero del FC Barcelona. Lewandowski ya no es el mismo. Todas han sido máximas reales. No hay invención. El equipo blaugrana ha sufrido eso en cada momento. Las críticas han sido muy aceradas y muy contundentes. Xavi ya lo ha explicado. Y el Barça se encuentra, segundo en LaLiga y siendo uno de los ocho mejores equipos de Europa. Si lograra pasar la eliminatoria del PSG a nadie extrañaría que llegara a la final. Es probable. Y es cierto que Pedri tiene tono de básico y De Jong de insustituible, como que la ausencia de Gavi se nota, Lamine Yamal ha sido el mejor delante y Lewandowski pasó por una etapa más gris. Eso es lo que fue. En su momento. Y de aquel Barça que tiró al principio de año la mayoría de las ilusiones se ha pasado al de ahora, capaz de enganchar en la Champions y defenderse en LaLiga. Por el camino, un pequeño detalle: el entrenador debió anunciar que no seguiría la temporada que viene.

Hay quien no entiende el Dragon Khan del Barça y del fútbol. Que preferiría más calma, menos montaña rusa, reducir los picos extremos y caminar sin mochilas de ansiedad permanente. Pero esto es como es, no como se quiere que sea. El Barça y el fútbol se mueven en el mundo de las emociones. Y éstas no se diseñan en línea recta. Es grande, universal y poderoso precisamente por la desmesura de lo que significa una victoria, al igual que una derrota. Las emociones no se pueden poner en un ‘software’ de ordenador para hacer un cóctel de raciocinio. Se contienen, se liberan y explotan. No están en el lado de la balanza donde se pesa la razón, están en la otra, en la que desborda pasión. Por ello es comprensible y hasta plausible que los aficionados que estaban dispuestos a romper el carnet (ahora el virtual es más difícil) ya estén reservando hoteles en Londres. Y si no se llega volverá el mundo oscuro, porque cuando el equipo gana se hace la luz y cuando pierde llegan las tinieblas. Y eso, por mucho que los ADN’s quieran cambiarlo es la esencia misma del impresionante juego que también mueve millones de corazones todos los días.