Por las declaraciones del Presidente del Senado sobre una eventual reforma de la Ley No. 348 “Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia”, se ha desatado un interesante debate sobre el tema y especialmente, variopintas reacciones.

Por un lado, están las feministas que, en muchos casos, inmediatamente han tachado de machistas, patriarcalistas, etc. a quienes sostienen la necesidad de esa reforma y anuncian que no permitirán que se le cambie ni una coma. Y, en el otro lado de la balanza, sus opuestos, a quienes les faltó pedir que esa ley sea inmediatamente abrogada.

Sea cual sea el lado en el que uno esté o mejor desde el balcón del observador, no es saludable encarar cualquier tema desde el fanatismo o el extremismo, sino desde la ciencia, pues se trata de eso, de la ciencia del Derecho, y la Ley 348 también forma parte de ella.

No obstante y recurriendo al sentido común, encuentro irrazonable sostener que exista alguna ley en el orbe que no pueda ser reformada o mejorada, pues se trata de una obra humana y, por tanto, perfectible. Huyendo del clásico fetichismo jurídico que a punta de leyes propugna que se solucionará el mundo, es harto evidente que en Bolivia tenemos un gravísimo problema de violencia que la Ley 348 no ha podido solucionar. Pues no, no ha ocurrido aquello, como las recientes declaraciones del Fiscal General prueban más allá de toda duda razonable: en lo que va el año se produjeron 26 feminicidios, además de 16 infanticidios; en solo cuatro días, la Fiscalía atendió seis feminicidios, un parricidio y un asesinato. Así las cosas, tenemos un grave problema de violencia, cuyas principales víctimas son las mujeres, aunque existen también niños y ancianos.

La Ley 348 en su art. 2 sobre su objeto, pomposamente reza que busca establecer mecanismos, medidas y políticas integrales de prevención, atención, protección y reparación a las mujeres en situación de violencia, así como la persecución y sanción a los agresores, pero esos datos y la cruda realidad nos muestran que la ley no ha sido de lo más eficaz. Ahí tenemos entonces, una muy buena razón para pensar en su reforma, insisto, sin caer en el fetichismo normativo.

Además, hay que recordar que en tanto se trata de una ley de naturaleza penal, aunque como últimamente ocurre con otras derivaciones sociales, culturales, etc, resulta imposible que no escape a que según absolutamente todos los estudios científicos realizados al estado del arte de nuestra administración de justicia, la penal es de las peores a nivel global. Por ejemplo el último estudio del muy prestigioso World Justice Proyect sitúa a la temible justicia penal boliviana en el puesto 141 de 142 medidos a nivel global. Si bien la Ley 348 no lo es todo, está claro que, formando parte de ese sistema, algo debe andar muy mal. Otra razón más para pensar en su reforma.

Se dice que la norma no lo es todo y que hay que analizar, más aun en ese caso, sus múltiples derivaciones culturales —machismo, entre otros— sociales y otros que llevan a pensar si realmente se la implementó en niveles cercanos a lo que el papel proclamó. Es cierto, una cosa es el papel que lo aguanta todo y otra su nivel real de implementación que no sólo requiere del texto legal, sino de toda una institucionalidad, capacidades operativas y recursos económicos, humanos, etc. Aunque data de 2013 (11 años de vigencia), probablemente sea un lapso aún corto para exigir implementación completamente, pero … aun así, la dura realidad nos muestra que esa ley no está produciendo siquiera en lo mínimo sus resultados prometidos, pese a los eternos déficits institucionales bolivianos.

Sostener que está escrita en piedra o deba desaparecer es igual de absurdo. Los tabúes (sean para no tocarla o desaparecerla) y fanatismos que siempre son extremos, no contribuyen en nada a la mejora del mundo. “Ninguna reforma termina nunca porque siempre habrá más problemas para resolver”. Lo enseña la experta en reforma judicial, Linn Hammergren.

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¿Reformar la Ley 348?, ¿por qué no?

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29.04.2024

Por las declaraciones del Presidente del Senado sobre una eventual reforma de la Ley No. 348 “Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia”, se ha desatado un interesante debate sobre el tema y especialmente, variopintas reacciones.

Por un lado, están las feministas que, en muchos casos, inmediatamente han tachado de machistas, patriarcalistas, etc. a quienes sostienen la necesidad de esa reforma y anuncian que no permitirán que se le cambie ni una coma. Y, en el otro lado de la balanza, sus opuestos, a quienes les faltó pedir que esa ley sea inmediatamente abrogada.

Sea cual sea el lado en el que uno esté o mejor desde el balcón del observador, no es saludable encarar cualquier tema desde el fanatismo o el extremismo, sino desde la ciencia, pues se trata de eso, de la ciencia del Derecho, y la Ley 348 también forma parte de ella.

No obstante y recurriendo al sentido común, encuentro irrazonable sostener que exista alguna ley en el orbe que no pueda ser........

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