No hay ningún acontecimiento estrictamente digital en el último trimestre de mayor trascendencia que la súbita desaparición de Hematocrítico, el tuitero gallego cuyo DNI pone algo en apariencia tan poco impresionante como “Miguel López”, autor de éxito de literatura infantil y proveedor imbatible de alegría digital durante más de una década. No corresponde, siete días después de su fallecimiento, glosar aquí su obra, virtudes y merecimientos, pues en esta semana de luto ya se han pronunciado de forma elocuente y emocionante sus muchos viudos y huérfanos –entre los que uno habría gustado de contarse– y sus hermanos de sangre y pasiones. Todos ellos han venido a decir de forma hermosa lo que a cualquier usuario de la red social antes conocida como Twitter le resulta obvio: Hemato era bueno, militaba en el bien y lo expandía con una intensidad y un humor tales que se diría que no acababa de ser del todo humano al uso. Hematocrítico fue todo lo que a un ejemplar de la especie se le puede pedir y un par de chistes más.

Miguel López, también conocido como 'El Hematocrítico', en una fotografía reciente

En esta semana en la que objetivamente el mundo ha empeorado tanto y, a diferencia de lo ocurrido con ese otro ser de luz llamado Concha Velasco –Conchita, para nuestras abuelas–, la desaparición de Hematocrítico no ha dispuesto de portadas de prensa ni ha sido noticia de apertura de informativos, no hubo capilla ardiente en Silicon Valley ni propuestas para bautizar un aeropuerto o una estación del AVE con su imperecedero nickname.

El filósofo Javier Gomá, en memorable cita –que recogía a propósito de nuestro luto Guillermo Estadella–, tuvo la lucidez de dar con una formulación que provee incontestable sentido a la virtud y a la bondad en un mundo sin dioses y, por tanto, sin el premio postrero de cielo o nirvana aguardando al otro lado de las cenizas: “Vive de tal manera –con tal ejemplaridad, con tal dignidad– que tu muerte sea escandalosamente injusta”. La unanimidad del luto digital y la patente sinceridad de la consternación expresada por muchos de quienes ni siquiera conocieron al tipo que había detrás de su primer avatar de Patricio constituyen un fenómeno sin precedentes en las redes sociales de este país, tan dado al cinismo, al malpensar y a la anticipación de las derrotas. Y certifican que la trascendencia que propone Gomá no es una ingenuidad franciscana sino una aspiración.

Los coquitos de la University of Singularity y demás gente listísima, devota de raelianos y otras sectas, llevan años preguntándose si será posible la trascendencia digital como forma de inmortalidad, algo así como un volcado de nuestra identidad y memoria en la nube, una vez nuestro soporte físico –este hardware de vísceras, sangre y huesos– agote sus baterías. La impregnación del duelo por Hematocrítico revela que la posteridad digital existe, que tal vez no sea eterna pero sí infinita, y que la forma de trascender exige optimismo, aplomo y sentido del humor, no terabytes.

QOSHE - Hematocrítico, arcángel digital - Pedro Vallín
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Hematocrítico, arcángel digital

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04.12.2023

No hay ningún acontecimiento estrictamente digital en el último trimestre de mayor trascendencia que la súbita desaparición de Hematocrítico, el tuitero gallego cuyo DNI pone algo en apariencia tan poco impresionante como “Miguel López”, autor de éxito de literatura infantil y proveedor imbatible de alegría digital durante más de una década. No corresponde, siete días después de su fallecimiento, glosar aquí su obra, virtudes y merecimientos, pues en esta semana de luto ya se han pronunciado de forma elocuente y emocionante sus muchos viudos y huérfanos –entre los que uno habría gustado de contarse– y sus hermanos de sangre y pasiones. Todos ellos han venido a decir de forma hermosa lo que a cualquier usuario de la red social antes conocida........

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