Cuando el lunes supe que Javier Milei había ganado las elecciones en la Argentina por incontestable mayoría no me sorprendí. Las catástrofes se gestan cuando las miserias del pueblo resultan insoportables y el descontento es ignorado por las élites. Además de la sistémica corrupción, principal carcoma de cualquier democracia, me pregunto, ¿quién aguanta una inflación interanual del 142%? Imagínenla en España que estando en el 3,5% vemos mermada nuestra capacidad de compra. Como Mafalda contemplo el mundo y me estremezco. Hace tiempo que no contradigo a esa Pepita Grilla que habita en mí cuando insiste en que el mundo va cuesta abajo y sin frenos hacia la autodestrucción. En la Argentina ha quedado claro que cuando la desesperación llama a la puerta el sentido común sale por la ventana y se opta por mandarlo todo al carajo a golpes de ira y furia como les propone Javier Milei.

Así que por la noche tuve una pesadilla. Soñé que en España ganaba las elecciones el señor de la motosierra. En todas las radios y televisiones se escuchaba su voz excesiva y gritona: ¡Viva la libertad, carajo! y el ruido ronco del motor del instrumento que define su aspiración de acabar con la casta, el pasado y no sabemos si el futuro. Así que lo soñé jurando el cargo y partiendo en trocitos la Constitución con ese aparato destructor. Los artículos 27 y 43 sobre la protección de los poderes públicos del derecho a la educación y a la salud fueron cortados de cuajo. ¡Que cada cual se pague lo suyo!, dijo tirándolos al horno de destrucción instalado en su despacho. Y así siguió un buen rato gritando y quemando el pasado incluido el blasón de los Reyes Católicos.

Fantaseé una nueva pandemia con una red sanitaria de primaria, especializada y hospitalaria totalmente privada. Se me pusieron los pelos como escarpias de imaginar el desastre. Soñé a nuestros ciudadanos vendiéndolo todo para pagar los cuidados médicos de la familia o pidiendo créditos para que los hijos estudien y vayan a la universidad. Porque si eres pobre y no llegas a fin de mes, pues haber sido rico. Elegiste mal. ¡Viva la libertad, carajo! Aún no me he recuperado del susto. Si no me cuesta imaginar a Trump usando una motosierra no veo a Feijóo o a Sánchez blandiendo tan diabólico instrumento. Los veo luchando de salón con florete sin romper de cuajo las normas de la esgrima. Ni siquiera imagino a Abascal, colega de Milei. Le va más ir vestido de legionario, camisa abierta, pectorales al viento y junto a la cabra de la Legión gritando, ¡Arriba España!

Aquí no va a pasar, pero es un deseo. Me temo que la libertad es una palabra de la que se abusa demasiado. ¡Qué viva la libertad, carajo!, suena muy lisonjero pero qué es la libertad sin el cimiento de la igualdad. A qué carajo de libertad se refiere Milei. Ya lo veremos.

QOSHE - La libertad, carajo - María Antonia San Felipe
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La libertad, carajo

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25.11.2023

Cuando el lunes supe que Javier Milei había ganado las elecciones en la Argentina por incontestable mayoría no me sorprendí. Las catástrofes se gestan cuando las miserias del pueblo resultan insoportables y el descontento es ignorado por las élites. Además de la sistémica corrupción, principal carcoma de cualquier democracia, me pregunto, ¿quién aguanta una inflación interanual del 142%? Imagínenla en España que estando en el 3,5% vemos mermada nuestra capacidad de compra. Como Mafalda contemplo el mundo y me estremezco. Hace tiempo que no contradigo a esa Pepita Grilla que habita en mí cuando insiste en que el mundo va cuesta abajo y sin frenos hacia la autodestrucción. En la Argentina ha quedado........

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