Bajo el titulo La CIDH y la tutela de los DDHH en Bolivia, la señora Karen Longaric publicó un artículo recientemente criticando duramente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, llegando al extremo de llamarla “obsecuente” con el Gobierno boliviano y calificar de “inicuo” su accionar. Empero, su exabrupto no termina allí, llegó incluso a decir que la CIDH está “integrada por personeros comprometidos con el Grupo de Puebla” y cuestionarse: “¿Ante qué instancia judicial deberían ser procesados aquellos personeros de la CIDH que actuaron negligentemente y toleraron las múltiples violaciones a los derechos humanos en Bolivia y otros países, donde la Comisión tuvo jurisdicción y competencia?”. Quizá la autora no se da cuenta que ya no tiene a un Arturo Murillo a la mano para pedirle que amenace, procese y encarcele a quienes no piensan como ella. O quizá piensa que dicho personaje hoy está preso en los Estados Unidos porque nuestro gobierno y el MAS también controlan la justicia del estado de La Florida y que ésta también es “obsecuente”, total si de hablar sin sentido para justificar lo injustificable se trata, puede nomás decir cualquier cosa.

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Lo cierto y evidente es que Longaric, siendo supuestamente una académica respetada en el ámbito del Derecho Internacional boliviano, terminó siendo la alarife de un gobierno totalitario y fue la primera en rubricar con su puño y letra el Decreto Supremo 4078, del 14 de noviembre de 2019, cuyo articulo 3 reza: “El personal de las FF AA que participe en los operativos para el restablecimiento del orden interno y estabilidad política estará exento de responsabilidad penal…” Fruto de este decreto, al día siguiente, el 15 de noviembre, murieron 10 personas en Sacaba y cuatro días más tarde, el 19 de noviembre, otras 11 en Senkata. Estas muertes fueron calificadas como ejecuciones sumarias por el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI-Bolivia), informe internacional labrado por grandes expertos e investigadores internacionales en ocho meses de trabajo, habiendo obtenido un inédito reconocimiento a nivel mundial. Por supuesto, para Longaric este informe fue “coludido con los gobiernos del MAS”.

La exautoridad de facto no solo permitió, sino que fue partícipe de una de las más graves violaciones al Derecho Internacional y a la Convención de Viena, hostigando, amenazando y maltratando a exautoridades que estábamos perseguidas injustamente y asiladas en la residencia de los Estados Unidos Mexicanos durante todo un año. Ella, sin justificativo o razón alguna, no solo negó la extensión de salvoconductos, situación que no cometieron ni las mas aterradoras dictaduras en Bolivia y en todo el mundo, incluyendo el régimen Nacional Socialista Alemán, sino que permitió graves violaciones a la inmunidad diplomática de los funcionarios mexicanos, situación que hasta el día de hoy es una gran vergüenza para nuestro país.

Como si eso fuera poco, la conducción de las relaciones diplomáticas de la nación boliviana también estuvo marcada por errores inimaginables para ser cometidos en tan corto tiempo de gobierno inconstitucional. Se denigró al país, al extremo de priorizar el relacionamiento político con países como Israel que hoy por hoy está cometiendo las más graves violaciones a los derechos humanos principalmente de mujeres y niños, sobre la necesidad de nuestro pueblo de acceder a instrumentos, insumos, medicamentos y vacunas para luchar contra la pandemia del COVID-19. Tuvo que ser nuestro gobierno, una vez restituida la democracia, el que priorice la salud y la justicia, tareas por las que aún se lucha hoy contra toda adversidad.

Quizá sería bueno aconsejarle a la señora Longaric que se informe mejor, para que así se entere del respeto que tiene la Comisión por las propuestas que ya hizo nuestra misión en nombre de nuestro Estado. Se entere que la CIDH realizó su primera visita in loco justamente a Bolivia, del 27 al 31 de marzo de 2022, y que en los próximos días se conocerá el informe de dicha visita, que de seguro también será descalificado por algunas personas desubicadas como ella, que pretenden negar lo innegable y ver lo que no existe, que pierden toda objetividad y solo celebran lo que a ellas les favorece, descalificando a la verdad aunque esté frente a ellas, inmensa como una montaña, parafraseando a Churchill. A estas personas sería bueno recordarles la frase de la Moral Kantiana: “Dos cosas llenan mi ánimo de admiración y respeto, el cielo estrellado que está sobre de mí y la conciencia de verdad y justicia, la ley moral que está dentro de mí”.

(*) Héctor Arce Zaconeta es embajador de Bolivia en la OEA

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La alarife de un gobierno totalitario

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09.01.2024

Bajo el titulo La CIDH y la tutela de los DDHH en Bolivia, la señora Karen Longaric publicó un artículo recientemente criticando duramente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, llegando al extremo de llamarla “obsecuente” con el Gobierno boliviano y calificar de “inicuo” su accionar. Empero, su exabrupto no termina allí, llegó incluso a decir que la CIDH está “integrada por personeros comprometidos con el Grupo de Puebla” y cuestionarse: “¿Ante qué instancia judicial deberían ser procesados aquellos personeros de la CIDH que actuaron negligentemente y toleraron las múltiples violaciones a los derechos humanos en Bolivia y otros países, donde la Comisión tuvo jurisdicción y competencia?”. Quizá la autora no se da cuenta que ya no tiene a un Arturo Murillo a la mano para pedirle que amenace, procese y encarcele a quienes no piensan como ella. O quizá piensa que dicho personaje hoy está preso en los Estados Unidos porque nuestro gobierno y el MAS también controlan la justicia del estado de La Florida y que ésta también es “obsecuente”, total si de hablar sin sentido para justificar lo injustificable se trata, puede nomás decir cualquier cosa.

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