El fin de los apagones: ¡VENEZUELA TIERRA DE LUZ!, por Rafael Veloz García
La crisis eléctrica es un ataque directo a la dignidad humana. La transición pasa por devolver el derecho a la luz, reiterando la premisa: “Sin servicios públicos básicos no hay activación ciudadana, y sin activación ciudadana no hay transición posible”.
La crisis que paraliza a Venezuela se manifiesta de manera más cruel en la oscuridad y el silencio de un apagón crónico. Lo que padece nuestra nación con el colapso del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) no es meramente una falla técnica, sino la consecuencia directa de un modelo estatista y corrupto que ha negado la dignidad del venezolano. Como lo ha postulado el Manifiesto de Libertad, la dignidad del ciudadano es el principio rector del cual emana toda libertad, y esa dignidad ha sido encadenada por la tiranía, lo cual se traduce inevitablemente en la falla de servicios básicos. La falta casi permanente de energía eléctrica ha derivado en una crisis humanitaria, comprometiendo servicios esenciales como hospitales y suministro de agua y limitando la productividad en regiones enteras como Zulia, Táchira y Mérida. Esta crisis eléctrica se inició en 2010 y se ha acentuado a través de los últimos 15 años, para golpear severamente la normalidad y tranquilidad de los venezolanos, en especial los que habitan en el interior del país. En Caracas la falta de luz es un grave problema, pero en el interior del país es una auténtica tragedia.
Desidia, incapacidad y corrupción
La debacle del SEN, un sistema que una vez fue referente en Latinoamérica, es el resultado directo de un monopolio estatal, práctica sistemática del mayor........





















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