Tuve la oportunidad, el sábado pasado, de asistir al diplomado de la cucutaneidad, sí, así como lo leen, cucutaneidad, el mismo que antes se llamaba De la urbe. Esa es otra de las locuras de Patrocinio Ararat Díaz que, haciéndole honor a su segundo apellido, se levanta todos los días echando cabeza sobre qué cosa se inventa para ponernos a hacer a los cucuteños.

Se levanta a las 4.30 a.m., se prepara su buen tinto, cerrero, grande y caliente, y se larga a caminar un buen rato, que aprovecha no sólo para el ejercicio, sino para pensar en Cúcuta y las soluciones para los tantos problemas que la aquejan.

Como buen maestro (ha sido rector de casi todas las universidades que hay en Cúcuta), Patrocinio sabe que es a la educación a la que hay que pararle bolas, si queremos salir adelante. Por eso se inventó una fundación a la que le puso un nombre bien curioso: El cinco a las 5. Resulta que un día -hace ya un jurgo de años- organizó una reunión con un grupo de amigos, a las 5 de la tarde. Y era un día 5. El salón se llenó, la reunión fue todo un éxito y Patro quedó entucado, de manera que les dijo: Nos vemos de hoy en un mes a la misma hora. De ahí salió el nombre, no muy clásico, pero pegajoso y fácil de recordar: El cinco de cada mes a las cinco de la tarde: El 5 a las 5.

Eso fue al comienzo. Después, Patro y sus alegres muchachos se pusieron de ruana el nombre. Quiero decir que siguió llamándose así, pero ya las reuniones se hicieron cada quince días o semanales, sin importar si era el 5 y si eran las 5. Pero quedó el nombre y alrededor suyo se fueron formado otros grupos, otros proyectos, otras cucuteñadas, entre ellas el diplomado que ahora se llama delacucutaneidad.

Pero Patrocinio también es bueno para poner la totumita. Logró que la alcaldía y la universidad Simón Bolívar y otras instituciones le dieran una manita para sacar adelante el diplomado.

Y a ese diplomado llegué yo el sábado pasado a compartir tarima con el poeta-arquitecto David Bonells Rovira, para hablar sobre la identidad cucuteña, o sea la cucutaneidad.

La cháchara de David Bonells es tan sabrosa y tan bien fundamentada, que uno se queda con la boca cerradaescuchándolo hablar sobre Cúcuta, a él que nació en Chía, Cundinamarca, de padre pamplonés ymadre ocañera.

En algún momento de la charla, aprovechando que David tomaba agua, yo metí la cucharada para hacer una breve radiografía del cucuteño.

Para bien o para mal, el cucuteño presenta las siguientes características radiográficas:

-Tiene incorporado a su lenguaje el término toche, que sirve para todo: No sea toche, ahí viene ese toche, tan toche, no se me haga el toche, ¿sí? tochito,caretoche. Pobreza de léxico, dice David. Yo lo miro y pienso: ¡tan toche!

-Es mamador de gallo. Mama gallo el político, mama gallo el alcalde (el actual hizo campaña con un megáfono gangoso y nos llamaba zurrones), mama gallo el empleado, el gerente, el vago...

-Es hincha furibundo del Doblemente Glorioso, pierda o gane o vaya en la B.

-Es orgulloso de ser motilón, pero se emberraca si le dicen indio.

-Come sancocho los sábados, mute los domingos, pasteles de garbanzo (aunque sean de arveja) y bofe frito en el estadio.

Hay muchas otras características, pero dejemos para otra ocasión.Lo que he dicho es en serio. Nada de mamadera de gallo. ¡Ni toche que fuera!

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Radiografía del cucuteño

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14.11.2023

Tuve la oportunidad, el sábado pasado, de asistir al diplomado de la cucutaneidad, sí, así como lo leen, cucutaneidad, el mismo que antes se llamaba De la urbe. Esa es otra de las locuras de Patrocinio Ararat Díaz que, haciéndole honor a su segundo apellido, se levanta todos los días echando cabeza sobre qué cosa se inventa para ponernos a hacer a los cucuteños.

Se levanta a las 4.30 a.m., se prepara su buen tinto, cerrero, grande y caliente, y se larga a caminar un buen rato, que aprovecha no sólo para el ejercicio, sino para pensar en Cúcuta y las soluciones para los tantos problemas que la aquejan.

Como buen maestro (ha sido rector de casi todas las universidades que hay en Cúcuta), Patrocinio sabe que es a la educación a la que hay que pararle bolas, si queremos salir adelante. Por eso se inventó una fundación a la que le puso un nombre bien curioso: El cinco a las 5.........

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