Marosa di Giorgio (Salto, Uruguay, 1932-Montevideo, 2004) ha sido una de las escritoras hispanoamericanas más importantes, dueña de una prosa original, libre, imprevisible e incalificable como su poesía. En ambos géneros merece bien el calificativo de salvaje, término con que ella quiso titular la reunión de toda su producción lírica.

Fue Manuel Pacheco (Olivenza, 1920-Badajoz, 1998) uno de los primeros españoles en percibir y ponderar la valía de la uruguaya, cuyos primeros escritos elogió abiertamente en Gévora, la revolucionaria revista publicada en Badajoz a partir de 1952. Poemas de ambos escritores, que mantuvieron correspondencia entre sí, aparecieron en Lírica Hispana (nº 35, 1953), revista de Caracas donde Di Giorgio calificó al oliventino como “poeta tremendo”. Éste, por su parte, publicaría en HOY (9 septiembre 1994) un “Prosema en forma de Marosa di Giorgio, una de las mejores poetisas suramericanas”. Tal vez fue Hugo Emilio Pedemonte, escritor uruguayo casado y residente en Badajoz, quien los puso en relación. Así lo intuye Antonio Viudas. Por su parte, M. Pulido escribía hace poco: “El carácter experimental, esotérico y erótico de la obra en prosa y verso de Marosa di Giorgio merecería una atención detenida y comparada con nuestro poeta, que, junto con la publicación, o consulta del epistolario sostenido con Manuel Pacheco, podría revelar nuevas claves o lecturas pachequianas. La extensión del presente trabajo impide este propósito, que queda aquí apuntado para una nueva ocasión o para alguien que se atreva con el reto” (“América en Pacheco, Pacheco en América”. Manuel Pacheco. Centenario de un poeta extremeño universal. Moisés Cayetano, coord. Badajoz, Fundación CB, 2023).

Bien podría asumir el desafío Emilia Conejo, que demuestra conocer en profundidad tanto a la obra de di Giorgio como la de numerosos escritores, pintores y músicos en quienes encuentra aptitudes y actitudes similares.

Nacida en Madrid (1975), aunque de familia extremeña (Puebla de la Calzada), la autora de Dios palpitando entre los tomates. Un diálogo con la poética salvaje de Marosa di Giorgio, es licenciada en Filología inglesa y ha trabajado como profesora en Alemania e Italia. Actualmente se dedica a la edición y no oculta su profunda empatía con el personaje.

En este magnífico ensayo van alternándose entradas múltiples, todas ordenadas a esclarecer las tesis fundamentales. Textos giorgianos literalmente reproducidos; análisis de los mismos; apuntes sobre creadores con quienes localizar similitudes explicativas y relatos de experiencias propias, con las que Conejo interpreta otras vividas por aquella niña, adolescente o mujer madura, confluyen para permitir entender el sentimiento oceánico, místico, dionisíaco, difuso, visionario, erótico, pagano, religioso, rebelde, nostálgico e iconoclasta – todo a la vez – que nutre la inagotable fantasía creadora de Marosa di Giorgio.

Siete han sido los años invertidos en esta labor de orfebrería, en la que la ensayista ha contado con sus investigaciones, más las apoyaturas de estudiosos fascinados por la poeta. Reconoce en el capítulo de agradecimiento a los más lúcidos, aunque H. Benítez Pezzolano, Jimena Néspolo y N. Perlongher destacan en el nutrido apéndice bibliográfico

Marosa, supersensible retoño de emigrantes italianos, se crio en una chacra de Salto, el paraíso de donde nunca se sentirá extrañada. Aquel jardín, con rica florifauna, será el locus amoenus con cuyos prototipos más libres irá identificándose: mariposas (origen de su nombre) deslumbrantes, liebres libérrimas (nadie pudo nunca domesticarlas), pero también lobos y otros cánidos indomables, compiten en su imaginario con plantas del huerto familiar, como las rojas tomateras, en cuyas matas es capaz de ver a Dios (según santa Teresa entre las ollas; Ignacio de Loyola junto a las margaritas o Juan de la Cruz en los oteros). Agnóstica confesa y panteísta laica, pero no obtusa a los impulsos trascendentales, el ser Supremo (también la Virgen se asoma a sus poemas) marosiano puede ser entendido de distintos modos: “Las imágenes de Dios varían, pero en todo momento lo sagrado y lo divino inunda el jardín en cualquiera de sus formas –animal o vegetal-, como la del dios del maíz, dioses astados o divinidades que juegan entre las tomateras” (pág. 173).

Permanente buscadora de lo intangible, con sustratos románticos y surrealistas, Di Giorgio desata en sus versos y prosa poética auténticas bacanales expresivas y eróticas. Es ese “fauvismo neobarroco” que seducía a lectores y oyentes (fue una gran recitadora). En su jardín druídico no hay límites ni frenos. Lo mismo rompe con la sintaxis y la métrica, en torrenteras lingüísticas, que con la moral o las buenas costumbres tradicionales. Aunque utilice a menudo símbolos de la cultura judeocristiana, los puede interpretar de forma libérrima, incluso irreverente, derrochando fantasía. La búsqueda de lo sublime, de lo infinito, a su modo y manera, es lo que le importaba.

“Gran lectora de la Biblia –un texto que consideraba lleno de gigantes poemas- y de literatura mística y esotérica, Di Giorgio ovilla, invierte, resignifica y enriquece los modos de nombrar lo divino, lo carnal y la mujer en ese inmenso festín neobarroco”, resume Emilia Conejo (pág. 195).

Emilia Conejo, Dios palpitando entre los tomates. Un diálogo con la poética salvaje de Marosa di Giorgio. Barcelona, Godall ediciones, 2023.

QOSHE - EL FAUVISMO NEOBARROCO DE MAROSA DI GIORGIO - Manuel Pecellín
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EL FAUVISMO NEOBARROCO DE MAROSA DI GIORGIO

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17.02.2024

Marosa di Giorgio (Salto, Uruguay, 1932-Montevideo, 2004) ha sido una de las escritoras hispanoamericanas más importantes, dueña de una prosa original, libre, imprevisible e incalificable como su poesía. En ambos géneros merece bien el calificativo de salvaje, término con que ella quiso titular la reunión de toda su producción lírica.

Fue Manuel Pacheco (Olivenza, 1920-Badajoz, 1998) uno de los primeros españoles en percibir y ponderar la valía de la uruguaya, cuyos primeros escritos elogió abiertamente en Gévora, la revolucionaria revista publicada en Badajoz a partir de 1952. Poemas de ambos escritores, que mantuvieron correspondencia entre sí, aparecieron en Lírica Hispana (nº 35, 1953), revista de Caracas donde Di Giorgio calificó al oliventino como “poeta tremendo”. Éste, por su parte, publicaría en HOY (9 septiembre 1994) un “Prosema en forma de Marosa di Giorgio, una de las mejores poetisas suramericanas”. Tal vez fue Hugo Emilio Pedemonte, escritor uruguayo casado y residente en Badajoz, quien los puso en relación. Así lo intuye Antonio Viudas. Por su parte, M. Pulido escribía hace poco: “El carácter experimental, esotérico y erótico de la obra en prosa y verso de Marosa di Giorgio merecería una atención detenida y comparada con nuestro poeta, que, junto con la publicación, o consulta del epistolario sostenido........

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