Otoño
Llueve. Al fin. Como siempre pasa en Zaragoza hemos pasado del sudor al temblor sin avisar. El Ebro ha subido y los patos nadan un metro o varios más arriba. Los avioncillos con la tripa de plata no sobrevuelan ni trinan sobre las sirenas de Helios. Las sirenas ya nadan en la piscina cubierta.
Millones de agostadas hojas mueren y se van cayendo. Los árboles se preparan para el invierno. Este otoño........© Heraldo de Aragón
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