La escena se repite cada cinco años. En una casa cualquiera, un domingo por la noche, el televisor queda encendido mientras la familia recoge la mesa. En la pantalla, desfilan candidatos, promesas, slogans nuevos para problemas viejos.
Alguien baja el volumen y dice, casi sin pensarlo: “Ojalá esta vez sea distinto”. No hay aplausos ni entusiasmo. Hay expectativa.
El Perú se acerca nuevamente a un proceso electoral que no logra involucrar a la ciudadanía. No es apatía, es algo más profundo. Es la sensación de que la política ha olvidado lo esencial: que gobernar es hacerse cargo. Que el poder no se ejerce para brillar, sino para servir. En medio del ruido, la polarización, el deterioro institucional y la creciente violencia criminal, muchos peruanos esperan un cambio, y hacerlo posible está en nuestras manos.
Para ello debemos vencer la desesperanza e involucrarnos en este proceso electoral. Es mucho lo que está en juego.
Si exigimos un cambio, empecemos por nosotros. Tomemos en serio nuestro voto. El poder del cambio está en nuestras manos.
El cambio que buscamos va más allá de las leyes y de seguir estresando el........

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