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Machado y Sheinbaum

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La presidenta de México no esconde su antipatía por María Corina Machado. Se ha negado, en dos ocasiones, a felicitarla por la recepción del Nobel de la Paz. Ha optado, para justificar su silencio, por invocar los principios de política exterior consagrados en la Constitución. Me sorprende que lo que es un acto de protocolo elemental se convierta en un acertijo diplomático.

¿De qué manera se vincula la autodeterminación de los pueblos con una felicitación a una Nobel de la Paz? Si se estira el argumento principista hasta sus últimas consecuencias, creo que la presidenta tiene muchos elementos que podrían ayudarla a retocar su maltrecha política latinoamericana. Esta ha venido coleccionando desencuentros; los aliados (ahora Honduras) se eclipsan en medio del escándalo y tiene algunos aspectos confusos que le restan autoridad al país, porque los principios se han usado discrecionalmente, con........

© El Universal