En esta época la prensa cambia páginas de noticias por pronósticos de adivinos. Yo, como en años anteriores, propongo una revisión de cuánto se cumplieron; sin eufemismos, esas predicciones son vulgares engaños. No es posible ver el futuro, no hay forma de que el movimiento de los astros impacte nuestra vida a tales distancias. Ninguna teoría medianamente aceptable explicaría que las entrañas de un animal, el cuncho de la taza de café, una bola de vidrio o una baraja digan cuál será nuestro futuro.

(También le puede interesar: Ciencia chistosa)

El éxito de los adivinadores se debe a la candidez (¿bobería?). Una buena forma de comprobarlo es revisar, un año después, qué tanto se equivocaron: por qué lo que predijeron no se cumplió y sí pasó lo que no predijeron.

Empecemos con el rey de la futurología, Nostradamus, muerto en 1566, pero aún muy activo. Según sus ‘intérpretes’, el 2023 debió explotar una bomba atómica, el Papa debió haber sido sustituido por un personaje oscuro, promotor de una guerra religiosa, y por fin, el hombre pondría pie en Marte.

Resaltan una que otra afirmación ambigua, o alguna recomendación que, ajustada a posteriori, parecería un acierto, y los adivinos simplemente mienten.

Baba Vanga, visionaria ciega búlgara que murió hace 30 años, predijo para el 2023 que un país empezaría a usar armas biológicas, que la Tierra cambiaría su órbita, que los gobiernos prohibirían nacimientos naturales reemplazándolos por “vida de laboratorio”, y que estallaría una guerra nuclear (poca cosa).

El brasileño-gitano Athos Salomé anunció el regreso del anticristo, y advirtió que “no viene de Europa”, al contrario de lo que “piensa todo el mundo”. Antonella Pilar, peruana que se autodenomina hija de Nostradamus, predijo la caída de un gran asteroide en Asia. Afirma que uno de los jinetes del Apocalipsis ya está en la Tierra y que el fin de los tiempos comienza en Latinoamérica (me suena, me suena).

En Colombia Desiret Tavares predijo que Petro no acabaría su mandato y lo reemplazaría Claudia López, pero la cubana Mhoni Vidente vaticinó que sí seguirá en su cargo. En cambio alertó a Karol G que la tenían rezada y como prueba de eso fracasaría en sus conciertos. Daniel Daza había predicho que Petro ganaba (¡entre dos candidatos!), pero que este año caería gravemente enfermo. Aseguró que un expresidente colombiano sería extraditado. No dijo quién, pero sí que era de signo Cáncer (el expresidente Uribe casualmente es Cáncer). Mauricio Puerta predijo que la reforma tributaria de Petro pasaría solo si era aprobada antes del 6 de marzo de 2023 (lo fue el 13 de diciembre de 2022, efectivamente antes).

Uno extraordinario es Eno Alaric, quien asegura ser un viajero del tiempo que viene del año 2671. Por tanto, no está prediciendo sino que relata lo que ‘sabe’ que sucedió. Por eso es muy preciso en sus fechas: el 15 de mayo un gran tsunami destruyó a San Francisco; el 30 de mayo se avistaron 150 ovnis; el 12 de junio un terremoto de intensidad 9,5 en la escala de Richter destruyó a California y creó una grieta de ocho kilómetros de profundidad.

Podría seguir con páginas de pronósticos equivocados en deporte y en asuntos de las realezas, pero es bueno ver también lo que sucedió y no se predijo. Nadie vio los 18,5 millones de hectáreas de bosque incendiados en Canadá, ni la erupción en Islandia, la mayor desde el siglo XIII, tampoco el terremoto en Turquía, que dejó 60.000 muertos, o el ciclón Daniel en Libia, con 15.000 muertos. Tampoco vieron el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre, ni la guerra consecuente.

Los incautos ‘olvidan’ las predicciones absurdas y omisiones graves. Resaltan una que otra afirmación ambigua, o alguna recomendación que, ajustada a posteriori, parecería un acierto, y los adivinos simplemente mienten; aunque quién quita, todavía quedan tres días. Baba Vanga tiene predicciones hasta el año 5079, y como la candidez no cede, seguiremos en esto por un buen rato.

MOISÉS WASSERMAN@mwassermannl

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Adivinos, a rendir cuentas

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29.12.2023

En esta época la prensa cambia páginas de noticias por pronósticos de adivinos. Yo, como en años anteriores, propongo una revisión de cuánto se cumplieron; sin eufemismos, esas predicciones son vulgares engaños. No es posible ver el futuro, no hay forma de que el movimiento de los astros impacte nuestra vida a tales distancias. Ninguna teoría medianamente aceptable explicaría que las entrañas de un animal, el cuncho de la taza de café, una bola de vidrio o una baraja digan cuál será nuestro futuro.

(También le puede interesar: Ciencia chistosa)

El éxito de los adivinadores se debe a la candidez (¿bobería?). Una buena forma de comprobarlo es revisar, un año después, qué tanto se equivocaron: por qué lo que predijeron no se cumplió y sí pasó lo que no predijeron.

Empecemos con el rey de la futurología, Nostradamus, muerto en 1566, pero aún muy activo. Según sus ‘intérpretes’, el 2023 debió explotar una bomba atómica, el Papa debió haber sido sustituido por un personaje oscuro, promotor de........

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