El presidente Petro es el único mandatario que sabe que puede gobernar mal y aun así defenderse con el argumento de que “no lo dejaron gobernar”. Todos los demás presidentes han tenido que lidiar con las dificultades de sus momentos y construir mayorías para aprobar sus proyectos. Pero Petro tiene claro que puede pasar el resto de su vida política, como ya lo hizo luego de la alcaldía de Bogotá, repitiendo que quiso hacer mucho, pero la clase política no lo dejó.

Por eso el presidente ha decidido liderar un mandato de permanentes peleas en más frentes de los que puede controlar: porque sabe que sus electores –especialmente los más radicales– valoran más su discurso y su retórica que los resultados. De esa manera, el presidente Petro ha dedicado un amplio espacio de su mandato a lanzar decenas de propuestas y a divagar sobre proyectos que nunca pondrá en marcha, pero sabe que hablar de ellos le traerá aplausos.

Esta semana el presidente fue más lejos que de costumbre. Ya no habló sobre construir trenes eléctricos de Buenaventura a Barranquilla o de cambiar el metro de Bogotá por uno subterráneo, ni tampoco de sustituir los ingresos del petróleo a partir del turismo. Esta vez el presidente hizo sonar una campana que marcará un momento definitivo de su mandato y que resultará en un encierro político aún más visible que el que ha protagonizado hasta ahora. Con su propuesta de convocar una asamblea constituyente, el presidente definitivamente cerró las puertas a cualquier intento de acercamiento con los partidos políticos independientes y puso un nuevo obstáculo para su ya limitada gobernabilidad.

La propuesta del presidente no sorprende del todo, teniendo en cuenta que durante más de una década defendió públicamente el llamado a una constituyente, hasta abandonar convenientemente esa idea para las elecciones de 2018. El mensaje que manda es realmente negativo, teniendo en cuenta que su argumento es absolutamente personal: el presidente no busca transformar instituciones ni mejorar el sistema político, sino acabar desde la vía constitucional los frenos y los esenciales contrapesos institucionales que lo han enfrentado.

Por el argumento de su discurso, cada vez es más claro que su motivación es conseguir nuevas herramientas políticas que lo fortalezcan y a su vez debiliten los mecanismos democráticos para frenar a un presidente. Como no le gustan las reglas del juego, desde las maromas retóricas propone cambiarlas por unas a su imagen y semejanza.

La idea no podría tener menos futuro, teniendo en cuenta que requiere un apoyo parlamentario, el cual el presidente claramente no ha podido mantener. El ambiente político del país, desde la derecha hasta el centro-izquierda, muestra un absoluto rechazo por la propuesta. Pero el llamado a una asamblea constituyente sí le dará al presidente una nueva bandera a defender, y un discurso que le permitirá radicalizar el tono frente a todos sus rivales. Es una idea sin futuro, pero capaz de seguir dividiendo a la sociedad colombiana –¿qué sería del discurso del presidente sin el recurso de la división?– y frenando cualquier resto de gobernabilidad que le quedaba al presidente.

No es coincidencia que hace semanas el presidente haya empezado a subir el tono contra las cortes, el Congreso y el sistema electoral –el mismo con el que ganó–. Ahora que Petro puso sobre la mesa la inconveniente propuesta de una constituyente, desde la ciudadanía debemos preguntarle si desde ese espacio estaría buscando restaurar la reelección presidencial o cambiar la duración de los periodos de mandato. El país debe saber esto con urgencia.

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Y ahora la constituyente…

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18.03.2024

El presidente Petro es el único mandatario que sabe que puede gobernar mal y aun así defenderse con el argumento de que “no lo dejaron gobernar”. Todos los demás presidentes han tenido que lidiar con las dificultades de sus momentos y construir mayorías para aprobar sus proyectos. Pero Petro tiene claro que puede pasar el resto de su vida política, como ya lo hizo luego de la alcaldía de Bogotá, repitiendo que quiso hacer mucho, pero la clase política no lo dejó.

Por eso el presidente ha decidido liderar un mandato de permanentes peleas en más frentes de los que puede controlar: porque sabe que sus electores –especialmente los más radicales– valoran más su discurso y su retórica que los resultados. De esa manera, el presidente Petro ha dedicado un amplio espacio de su mandato a lanzar decenas de propuestas y a divagar sobre proyectos que nunca pondrá en marcha, pero sabe que hablar de ellos le traerá........

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