Muchos hemos celebrado un gesto de paz y grandeza de varios alcaldes y gobernadores electos a lo largo del territorio nacional, que debería ser apenas normal en una democracia como la nuestra. Algo tan sencillo como la invitación a un café por parte del candidato ganador, y la gallarda aceptación por parte de los derrotados debería enseñarnos mucho sobre cómo nuestro sistema político puede ser mejor.

Sobre todo, el encuentro entre quienes antes estuvieron compitiendo desde las urnas puede mostrarle al país que la democracia debe superar –y siempre evitar– las dinámicas de los odios personales. Quienes buscan representar a los ciudadanos deben empezar por un punto verdaderamente básico, pero ignorado por décadas en Colombia, que no es otro que la capacidad de sentarse para dialogar y llegar a acuerdos. Es muy poco esperanzador el futuro de un país si sus dirigentes no son capaces de poner las rivalidades humanas y las diferencias políticas a un lado, a cambio de construir espacios de conversación y de búsqueda de puntos medios.

Por eso debe celebrarse el gesto de varios alcaldes y gobernadores electos, que en muchas regiones parecería ser inédito, de reunirse con sus antiguos contrincantes para reducir las tensiones y mejorar la comunicación. De ese fortalecimiento en la relación entre los candidatos ganadores y los derrotados puede verse inmensamente beneficiada la ciudadanía. Por ejemplo, proyectos valiosos provenientes de otros partidos pueden ser retomados y se puede avanzar de manera notable en la construcción de hojas de ruta interpartidista que superen el cortoplacismo que tantas veces ha definido a la política colombiana. Por eso propongo tres ideas que bien podrían ayudar a fortalecer la relación entre ganadores y derrotados.

1. Gobernar no se trata de arrasar, ni hacer oposición se trata de impedir o torpedear. Desde que fue aprobado el estatuto de oposición, la entrega de una curul en las asambleas y concejos a los candidatos con la segunda mayor votación, el ejercicio de la oposición y el control político ha visto importantes cambios en el país. Ahora los líderes opositores cuentan con escenarios y plataformas que les permiten hacer control con un mayor eco y efecto en la política. Sin embargo, debe recordarse que el ejercicio de la oposición debe ser responsable y no puede caer en el revanchismo sin sentido. Los alcaldes y gobernadores deberían, a su vez, ofrecer espacios periódicos de interlocución con sus antiguos rivales y garantizarles cabida a algunas de sus propuestas.

2. La unidad no es unanimidad, ni debe pretender serlo. La capacidad de los líderes de una ciudad o departamento (y definitivamente también a nivel nacional) de ponerse de acuerdo sobre temas esenciales como el futuro del sistema de transporte o de un modelo educativo capaz de beneficiar a toda la ciudadanía de ninguna manera supone el final de las diferencias políticas. Estas existirán siempre y la democracia solo puede existir si hay diferencias. Se trata, eso sí, de un gesto de visión y de madurez por parte de líderes que deben mostrar una extraordinaria (y muy poco frecuente) capacidad de dar prioridad a proyectos hacia el largo plazo que trasciendan cualquier disputa política coyuntural.

3. Cuando el ganador de una elección hace énfasis en ofrecer espacios y garantías a sus antiguos contrincantes devuelve esperanza en la política y hace más legítimo su mandato. En contextos de grave división política, como el que vive el país actualmente, la llegada de dirigentes capaces de apostarle a la reconciliación y a la superación de las disputas devuelve credibilidad en la política. Y sobre todo, los encuentros cordiales y con resultados por parte de líderes antes enfrentados por la política envía un mensaje a la ciudadanía de que la política de los odios permanentes no es el único ni el mejor escenario posible.

Finalmente, ojalá este nuevo cuatrienio local sea un momento de que desde las regiones, los nuevos gobernantes elegidos la semana pasada puedan mostrar actitudes de liderazgo y reconciliación ante los vacíos que el gobierno nacional ha dejado en esos frentes.

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Tres ideas para los nuevos alcaldes y gobernadores

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06.11.2023

Muchos hemos celebrado un gesto de paz y grandeza de varios alcaldes y gobernadores electos a lo largo del territorio nacional, que debería ser apenas normal en una democracia como la nuestra. Algo tan sencillo como la invitación a un café por parte del candidato ganador, y la gallarda aceptación por parte de los derrotados debería enseñarnos mucho sobre cómo nuestro sistema político puede ser mejor.

Sobre todo, el encuentro entre quienes antes estuvieron compitiendo desde las urnas puede mostrarle al país que la democracia debe superar –y siempre evitar– las dinámicas de los odios personales. Quienes buscan representar a los ciudadanos deben empezar por un punto verdaderamente básico, pero ignorado por décadas en Colombia, que no es otro que la capacidad de sentarse para dialogar y llegar a acuerdos. Es muy poco esperanzador el futuro de un país si sus dirigentes no son capaces de poner las rivalidades humanas y las diferencias políticas a un lado, a cambio de construir espacios de conversación y de búsqueda de puntos........

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