La persona generosa generalmente también tiene el don de la empatía, es decir puede ponerse en los zapatos del otro. Presta atención incondicional y genuina a TODOS sus interlocutores, independientemente de su importancia. Quien es realmente generoso también suele mantener un perfil bajo. No hace alarde de sus atributos, dádivas o éxitos. Es abierta, transparente y no tiene agendas ocultas. Siempre piensa en las necesidades de los demás. Tiene una consistente actitud de servicio, sin esperar retribución alguna. Entabla conversaciones porque realmente tiene interés y quiere saber más - va más allá de las preguntas mecánicas de las cuales no se espera una respuesta genuina: “Cómo estás” o “Cómo te va?”.

Una relación interpersonal de calidad (pareja, amigo, interlocutor, colega) está basada en la generosidad para con la otra persona. Los actos generosos que se suelen dar entre personas sensibles enriquecen la relación porque transmiten confianza y seguridad a las dos partes. Contar con alguien en quien se pueda confiar es un tesoro raro que hay que cuidar con esmero.

Una relación buena, basada en la confianza, se puede dar solo si hay un proceso mutuo de entrega. Generar confianza es el primer paso en una vida llena de satisfacciones.

La confianza básica se adquiere en los primeros años de vida gracias a los cuidados de las figuras importantes, generalmente la madre y/o el padre, que proveen las necesidades fundamentales tanto físicas como emocionales.

Las personas traumatizadas en su niñez o adolescencia por deprivación afectiva, maltrato físico, psicológico y/o abuso sexual, guardan graves heridas en el alma. Según la gravedad y la duración de los ultrajes, las circunstancias de los mismos, la capacidad de recuperación y la resiliencia de cada cual, tendrán variadísimas consecuencias que van desde la inseguridad y la desconfianza en los demás, hasta los trastornos mentales más severos. Estas personas, por regla general, tienen serias dificultades para expresar sentimientos y por ende para ser muy generosos. Hay sin embargo, muchas personas extraordinarias que, gracias a una gran fortaleza, logran superar las destructivas circunstancias de su infancia.

El egoísmo, reflejado en rigidez, omnipotencia y miedo a perder el control o abrirse a los demás, es una condición que se puede mejorar, pero requiere, primero, entenderla y aceptarla. Cuando una persona reconoce su condición egoísta, puede cambiarla. Por ejemplo, puede hacer un mayor esfuerzo por interesarse más en lo que tienen que decir sus interlocutores que en lo que el/ella tiene para decir. Pero ser generoso no quiere decir que la gente no tome precauciones. Hay que ser realista y aceptar que no todas las personas merecen ser tratadas con generosidad.

Si tiene la suerte de encontrar una pareja generosa, quien además tenga el don de la honestidad, mi recomendación es que trabaje esta relación con amor, disciplina, y, sobre todo, generosidad. Si su naturaleza es egoísta, vale la pena cambiar porque ser generoso es buen negocio. Ese es un principio que aplica para todo en la vida, pero sus resultados más evidentes son en las relaciones de pareja.

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QOSHE - La generosidad - Carlos E. Climent
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La generosidad

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14.04.2024

La persona generosa generalmente también tiene el don de la empatía, es decir puede ponerse en los zapatos del otro. Presta atención incondicional y genuina a TODOS sus interlocutores, independientemente de su importancia. Quien es realmente generoso también suele mantener un perfil bajo. No hace alarde de sus atributos, dádivas o éxitos. Es abierta, transparente y no tiene agendas ocultas. Siempre piensa en las necesidades de los demás. Tiene una consistente actitud de servicio, sin esperar retribución alguna. Entabla conversaciones porque realmente tiene interés y quiere saber más - va más allá de las preguntas mecánicas de las cuales no se espera una respuesta genuina: “Cómo estás” o “Cómo te va?”.

Una relación interpersonal de calidad (pareja, amigo, interlocutor, colega)........

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