Se movió en los niveles de la excelencia. Como amigo, como profesor, como investigador, como periodista, como diplomático. La suya fue una carrera brillante y temprana.

En buena hora las informaciones que se han publicado sobre su vida y obra han sido coincidentes en destacar estas virtudes. Rara vez hay tanta unanimidad cuando se toma en consideración la trayectoria y comportamiento de una personalidad sobresaliente.

Tuve la suerte de trabajar en temas académicos con él, siempre con la seguridad de que su desempeño sería el mejor. Tuvo papel determinante en el origen y desarrollo del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes, quizás el primero que se planteó en Colombia la necesidad de enseñar no sólo el Derecho Internacional sino la Política Internacional y de preocuparse por lo que había sido nuestra historia en esta materia, bien desconocida por nosotros y, sobra decirlo, por nuestros colegas en otras partes de la región y del mundo.

Le propuse que escribiéramos tres capítulos que me habían solicitado los editores de la Nueva Historia de Colombia sobre el tema de la política internacional. Le entregué algunos documentos que había escrito en los años sesentas y comienzos de los setentas en los cuales me ocupaba de la exagerada influencia de organismos internacionales como el Banco Mundial, el Banco Interamericano, y el Fondo Monetario en la formulación de políticas públicas en Colombia. Diría que esa fue toda mi contribución y le dije que hiciera buen uso de esos textos.

Como era de esperarse, Rodrigo escribió los tres capítulos hizo uso de los textos que le había proporcionado y diría, sin exageración, que la principal pluma en la escritura de esos tres capítulos fue la de Rodrigo Pardo. Mi principal interés era el de que se propiciara con esta publicación una controversia sobre la historia de nuestra política exterior y que así contáramos con otras visiones que nos permitieran construir una narrativa apropiada de esta dimensión de nuestra historia. Al parecer, como siempre, el texto elaborado principalmente por Rodrigo fue, como usualmente, tan bien elaborado, tan equilibrado que no dio lugar a las contribuciones críticas que yo esperaba. Pues ahí quedan como un buen legado del trabajo académico de Rodrigo al cual colaboré no tanto como hubiera querido.

También fuimos coeditores del libro publicado por el Centro de Estudios Internacionales y la Oveja Negra, titulado “Contadora: desafío a la diplomacia tradicional”, que aparte de nuestros capítulos incluía textos de Gerhard Drekonja, Mario Ojeda, del Colegio de México y Nina María Serafino, del Congressional Research Service del Congreso de los Estados Unidos.

Editó por la misma época “Desarrollo y Paz en Centroamérica”, del mismo Centro, que contenía textos de Bruce Bagley entonces profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales de Johns Hopkins y Richard Feinberg, entonces director del Overseas Development Council, traducido del inglés por Isabel Mallarino de Rivas. Una publicación auspiciada por la Fundación Ford que además incluía escritos del programa de formación de negociadores, auspiciado por la Fundación Ford en la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes.

Son muchas las publicaciones que debería registrar, algunas en colaboración con Juan Tokatlián, hoy exvicerrector de la Universidad Torcuato Di Tella en Buenos Aires: “Política Exterior Colombiana. ¿de la subordinación a la autonomía?” (1988, Tercer Mundo y Universidad de los Andes).

Ojalá alguien se tomara el trabajo de reunir el legado intelectual de Rodrigo Pardo, incluyendo muchas de sus columnas que siempre fueron no solamente bien concebidas sino, además, bien logradas. No en vano en algún momento el Premio Simón Bolívar lo señaló como el mejor columnista.

Rodrigo fue miembro muy activo y bien apreciado del Diálogo Interamericano, el principal centro de pensamiento sobre las Relaciones Interamericanas en Washington. En presencia de su expresidente, Michael Shifter, el excanciller Guillermo Fernández de Soto solicitó el martes pasado un minuto de silencio para rendirle homenaje a su memoria, en una reunión del Consejo Colombiano de Relaciones Internacionales.

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Rodrigo Pardo

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25.02.2024

Se movió en los niveles de la excelencia. Como amigo, como profesor, como investigador, como periodista, como diplomático. La suya fue una carrera brillante y temprana.

En buena hora las informaciones que se han publicado sobre su vida y obra han sido coincidentes en destacar estas virtudes. Rara vez hay tanta unanimidad cuando se toma en consideración la trayectoria y comportamiento de una personalidad sobresaliente.

Tuve la suerte de trabajar en temas académicos con él, siempre con la seguridad de que su desempeño sería el mejor. Tuvo papel determinante en el origen y desarrollo del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes, quizás el primero que se planteó en Colombia la necesidad de enseñar no sólo el Derecho Internacional sino la Política Internacional y de preocuparse por lo que había sido nuestra historia en esta materia, bien desconocida por nosotros y, sobra decirlo, por nuestros colegas en otras partes de la región y del mundo.

Le propuse que escribiéramos tres capítulos que me habían solicitado los editores........

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