180 días prorrogables de cese al fuego bilateral y nacional firmado por el Gobierno y el ELN, cruciales para saber si, realmente, la paz es posible.

Lo sabremos tras la evaluación para su prórroga; pero se trata de un acuerdo enfocado a generar condiciones para que la población ejerza sus derechos dentro del cumplimiento al DIH, condición para la activa participación, sin amenazas ni hostigamientos, en la búsqueda de soluciones transformadoras que eliminen la excusa de la violencia como falsa solución.

Nunca se había logrado un acuerdo de este alcance con el ELN sobre el corazón del proceso: La Participación con reglas sobre cómo y en qué condiciones se silenciarán las armas y se dará participación, sin que la Fuerza Pública incumpla su mandato ni se vulneren las instituciones.

Esas reglas incluyen mecanismos de monitoreo y verificación, con la ONU, la Iglesia y los países garantes y un componente de veeduría social, pues son las comunidades que viven la zozobra de la violencia y el “síndrome de la maleta lista” para desplazarse, las que tendrán información primaria sobre incumplimientos.

No obstante, la veeduría de las comunidades, sin seguridad, es un ejercicio de inclusión, pero un riesgo al denunciante. Cómo olvidar que, entre enero y abril, fueron asesinados 59 líderes sociales.

La seguridad es esencial, como “la pedagogía”, que el Acuerdo de participación plantea como central. Sin cultura de participación, más allá del bloqueo y la marcha callejera, debemos alentarla y es posible con una actitud de “ventanas abiertas”, pues la sociedad informada de las reglas pactadas para lo prohibido y lo permitido durante el cese, podrá identificar incidentes de incumplimiento y denunciarlos con garantías de seguridad.

Informar y promover la participación es mi compromiso como miembro de la Mesa y dirigente gremial, y debe ser el del Gobierno, de todos los sectores y de los medios, que conocen la realidad de violencia.

La veeduría social al cese al fuego como expresión de participación, de lograrse, será una señal positiva para avanzar en la unión de voluntades hacia la construcción “participativa” del “Gran Acuerdo Nacional” para lograr desarrollo con equidad, que es sinónimo de paz; un Gran Acuerdo que no surja de una mesa de negociaciones ni del Olimpo del liderazgo político, sino construido entre todos en el valle donde compartimos la inseguridad y sus causas, con el narcotráfico en primer lugar.

Amanecerá en 180 días y veremos con mayor claridad las posibilidades de la paz, mientras tanto, prefiero el optimismo.

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180 días | Columna de José Félix Lafaurie

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12.02.2024

180 días prorrogables de cese al fuego bilateral y nacional firmado por el Gobierno y el ELN, cruciales para saber si, realmente, la paz es posible.

Lo sabremos tras la evaluación para su prórroga; pero se trata de un acuerdo enfocado a generar condiciones para que la población ejerza sus derechos dentro del cumplimiento al DIH, condición para la activa participación, sin amenazas ni hostigamientos, en la búsqueda de soluciones transformadoras que eliminen la excusa de la violencia como falsa solución.

Nunca se había logrado un acuerdo de este alcance con el ELN sobre el corazón del proceso: La Participación con reglas sobre cómo y en........

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