En México viviremos el proceso electoral más intensivo de la historia del país, el primer semestre del año será políticamente muy activo. De la misma forma y como cada 8 años, nuestro proceso electoral coincidirá en año con el de EE.UU. que está altamente polarizado.

En una época donde la política estadounidense parece más dividida que nunca, emerge un patrón claro: un aumento en la polarización afectiva, alimentada por un desprecio visceral hacia el “otro lado”. Esta situación ha sido notada tanto por psicólogos políticos como por observadores sociales, quienes ven un incremento en el tribalismo político, exacerbado por una animosidad creciente.

El fenómeno no es nuevo, pero sí ha alcanzado niveles sin precedentes en la historia reciente. En un país históricamente fracturado, el lenguaje se ha vuelto más inflamatorio, y la ira más propensa a convertirse en odio. La situación es alarmante: en la temporada primaria de 2024, los votantes están polarizados y parecen inamovibles, anticipándose otra elección reñida similar a la de 2020.

La ciencia política y la psicología ofrecen insights sobre este fenómeno. Lilliana Mason, de la Universidad Johns Hopkins, señala que la polarización actual se basa en nuestros sentimientos hacia el otro, más que en diferencias políticas extremas. Este tribalismo tiene raíces en la evolución, donde la supervivencia requería cooperación y una clara identificación de rivales.

El contexto actual muestra dos partidos principales, cuyos enfrentamientos se perciben como resultados de suma cero: ganar o perder, sin premios de consolación para el perdedor. La naturaleza humana no es la única causa de esta polarización, pero los operadores políticos hábiles pueden explotarla, alentarla y aprovecharla.

La división entre los Boy Scouts, descrita por Muzafer Sherif en 1954, es un ejemplo clásico de cómo pueden surgir la enemistad y el desprecio sin una razón racional aparente. Esta situación se asemeja preocupantemente a la actual polarización entre demócratas y republicanos.

Shanto Iyengar, un psicólogo político de Stanford, acuñó el término “polarización afectiva” y destaca cómo la fragmentación de los medios y la “clasificación” de las personas en grupos específicos han exacerbado este fenómeno. La confianza en el gobierno federal está en mínimos históricos, y una creciente porción del público expresa opiniones desfavorables sobre ambos partidos políticos.

La polarización no sólo se manifiesta en la animosidad entre los partidos, sino también en la percepción del público sobre el proceso político en general. Un estudio de Pew Research Center revela una profunda insatisfacción con el estado de la política, con solo el 4% de los adultos estadounidenses considerando que el sistema político funciona extremadamente o muy bien.

Estas preocupaciones se reflejan en varios aspectos: la influencia del dinero en la política, las críticas a las campañas electorales recientes y las propuestas para cambiar el sistema político, como limitar la edad para los funcionarios federales electos y para los miembros de la Corte Suprema.

El descontento y la polarización afectiva no sólo preocupan a los académicos y observadores políticos, sino que también tienen un impacto real en la psique del votante promedio. Una mayoría significativa se siente exhausta al pensar en política, y más de la mitad se siente enojada. Sin embargo, solo una pequeña minoría siente esperanza o emoción al respecto.

El análisis de la polarización política en Estados Unidos revela un panorama sombrío. Las divisiones partidistas se han profundizado y la desconfianza en el sistema político está en aumento. Esta polarización afectiva no solo refleja diferencias ideológicas, sino también un descontento más profundo con la naturaleza del proceso político y sus actores. En este escenario, la búsqueda de soluciones y el camino hacia una política más inclusiva y menos divisiva se vuelve cada vez más urgente.

En México estamos viviendo un tema similar, más que políticamente, estamos divididos afectiva y socioeconómicamente. Lo veo todos los días en el análisis de la conversación digital, si de alguien tenemos que aprender es de los Estados Unidos, que desde el 2016 tienen experiencia en eso.

QOSHE - Aprendizajes de la polarización política en EE.UU. - Javier Murillo
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Aprendizajes de la polarización política en EE.UU.

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22.01.2024

En México viviremos el proceso electoral más intensivo de la historia del país, el primer semestre del año será políticamente muy activo. De la misma forma y como cada 8 años, nuestro proceso electoral coincidirá en año con el de EE.UU. que está altamente polarizado.

En una época donde la política estadounidense parece más dividida que nunca, emerge un patrón claro: un aumento en la polarización afectiva, alimentada por un desprecio visceral hacia el “otro lado”. Esta situación ha sido notada tanto por psicólogos políticos como por observadores sociales, quienes ven un incremento en el tribalismo político, exacerbado por una animosidad creciente.

El fenómeno no es nuevo, pero sí ha alcanzado niveles sin precedentes en la historia reciente. En un país históricamente fracturado, el lenguaje se ha vuelto más inflamatorio, y la ira más propensa a convertirse en odio. La situación es alarmante: en la temporada primaria de 2024, los votantes están polarizados y parecen inamovibles, anticipándose otra elección reñida similar a la de 2020.

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