El personaje más fastidioso de las redes sociales, sin duda, es el astuto. Este fulano asoma la cabeza a menudo y siempre está listo para comentar el trino del día.

Claro que “comentar” no es el verbo correcto. Su objetivo no es ofrecer una opinión y tampoco busca, de manera bien intencionada, aportar luces al debate. El astuto se regodea en el placer que siente cuando cree que te ha pillado en un error, una inconsistencia o, lo que más le produce un frenesí de emoción, un acto de hipocresía.

Parece un caballo impaciente que está que estalla del encierro metálico que lo retiene en la carrera. Está listo para saltar y señalar tu aparente error o gazapo. “¡Ajá!”, grita, mientras se frota las manos. “¡Te pillé!”. Porque el tema que le molesta, por lo general, no es aquello que has descrito. Es aquello que has dejado por fuera. Y ahí uno pierde, porque lo que se deja por fuera siempre es infinitamente mayor de lo que cabe en un texto, por largo o preciso que sea. Entonces el astuto señala feliz lo que has olvidado o ignorado, prueba irrefutable del error, la inconsistencia o el imperdonable acto de hipocresía.

Por ejemplo, hace poco Héctor Abad publicó una columna sobre Gaza. Hizo un análisis serio del conflicto, citó a fuentes eruditas, destacó en detalle la atrocidad del terrorismo de Hamás contra la población civil, desarmada e inocente, y también la reacción excesiva del Gobierno de Israel contra la población civil, desarmada e inocente. Entonces, en los comentarios del periódico, sacó la cabeza el astuto. “¿Y la violencia EN COLOMBIA?”, preguntó en letras mayúsculas. Con esa fruición que le gotea del colmillo, porque no es una pregunta sino una acusación, y la acusación es esta: Héctor está ignorando a nuestros muertos. No importa que el tema de la columna haya sido otro. Tampoco importa que Héctor haya escrito incontables artículos sobre la violencia nacional. Ni libros enteros. Lo que destaca el astuto es lo que Héctor dejó por fuera, en este caso Colombia, y se lame las fauces, feliz de haber “pillado” al escritor en un supuesto error o inconsistencia.

Como digo, aquí se tiene las de perder, porque el astuto siempre puede encontrar algo que no se incluyó en el texto. El conflicto en Gaza, sin ir más lejos, es terreno fértil para sus acusaciones. Si condenas el terrorismo de Hamás, el astuto reclama airado: “¿Y qué opina de Israel?”. Y si condenas la reacción de Israel, entonces pregunta ofendido: “¿Y qué opina de Hamás?”. Hace poco critiqué a una gente en Bogotá, disfrazada de terroristas de Hamás en la noche de Halloween, usando el dolor ajeno para su diversión. Entonces más de un astuto preguntó feliz, creyendo que me había pillado en una inconsistencia: “Y si se hubieran disfrazado de israelíes estaría bien?”.

Suspiro.

Lo desalentador de todo esto, y lo agotador, es que la batalla es inútil. Por más esfuerzos que hagas, el astuto siempre estará esperando, frotándose las manos y listo para gritar: “¡Ajá! ¡Pillado!”. No mencionaste tal tema, o dejaste por fuera tal episodio, o condenaste un bando pero no el otro. Y ante esto no hay nada que hacer. Toca agachar el lomo, como decía Ernesto Sábato, y seguir escribiendo, soportando el golpe bajo y fácil, hasta el próximo artículo cuando el astuto salte feliz y grite de nuevo: “¡Ajá! Pillado!”.

@JuanCarBotero

QOSHE - El astuto - Juan Carlos Botero
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El astuto

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24.11.2023

El personaje más fastidioso de las redes sociales, sin duda, es el astuto. Este fulano asoma la cabeza a menudo y siempre está listo para comentar el trino del día.

Claro que “comentar” no es el verbo correcto. Su objetivo no es ofrecer una opinión y tampoco busca, de manera bien intencionada, aportar luces al debate. El astuto se regodea en el placer que siente cuando cree que te ha pillado en un error, una inconsistencia o, lo que más le produce un frenesí de emoción, un acto de hipocresía.

Parece un caballo impaciente que está que estalla del encierro metálico que lo retiene en la carrera. Está listo para saltar y señalar tu aparente error o gazapo. “¡Ajá!”, grita, mientras se frota las manos. “¡Te pillé!”. Porque el tema que le molesta, por lo general, no es aquello que has descrito. Es aquello que has dejado por........

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