El mapa bancario pasó de cerca de medio centenar de entidades financieras, entre cajas y bancos, a una decena. Una de las causas de porqué la banca no remunera los depósitos es por la falta de competencia. Ya nadie habla de fusiones, porque el número de entidades es muy reducido. Sin embargo, aún queda una operación pendiente.

En 2020, el Sabadell intentó una fusión con el BBVA. Agobiado por los problemas de integración con el británico TSB y acuciado por el parón económico de la pandemia, el presidente del Sabadell, Josep Oliú, se lanzó a buscar una fusión entre iguales con otra entidad. Dos años antes, las autoridades británicas llegaron a pedirle explicaciones por los problemas informáticos del TSB, que dejó desconectados y sin servicio a miles de clientes.

Oliú se recorrió las sedes de varios bancos ofreciendo una fusión paritaria en la que cada una de las partes mantuvieran sendas participaciones del 20%, el porcentaje que el presidente del Sabadell controla a través de la delegación de voto de varios paquetes de accionistas. Sólo BBVA entró al trapo.

Tras el fracaso con el BBVA, Oliu no ha dejado de llamar a la puerta en busca de un socio leal y estable

La fusión fracasó por dos motivos: la valoración de los activos del Sabadell por parte del banco vasco y la definición del organigrama. El presidente del BBVA, Carlos Torres, se empeñó en mantenerse como presidente ejecutivo, reservando para Oliú un segundo plato, la vicepresidencia ejecutiva.

Torres perdió una gran oportunidad para hacerse con el banco catalán a un precio de derribo, de poco más de 30 céntimos por acción, casi una cuarta parte de su valor actual.

En su propósito quizá pesó la historia de hostilidades bancarias. La fusión entre iguales a finales de 1999 entre BBV y Argentaria, con Emilio Ybarra y Francisco González como copresidentes, terminó como el rosario de la aurora. Al igual que había ocurrido unos meses antes con la boda de Santander con Central Hispano, protagonizada entre Emilio Botín y José María Amusátegui.

Los problemas con el TSB se resolvieron positivamente hace mucho tiempo y las prisas por una fusión desaparecieron. Aunque Oliú no ha dejado de llamar a la puerta de otras entidades en busca de un socio leal, con el fin de dotar a la entidad de un accionariado de control estable.

Después del BBVA, mantuvo negociaciones avanzadas con Kutxabank. La unión de una entidad vasca con una catalana hubiera sido una bomba por la influencia nacionalista de sus gobiernos autonómicos.

El Gobierno vasco, que ya había dado un portazo al presidente de Liberbank, Manuel Menéndez, acogió en este caso con ilusión la propuesta. Pero se encontró con la férrea oposición de la Fundación de La Kutxa, la histórica caja guipuzcoana, controlada por Bildu. Los independentistas defienden a ultranza un banco nacional vasco y no están dispuestos a compartir la hegemonía con nadie. Un error de bulto.

Los líos en Unicaja abrieron la puerta a una fusión con otra entidad. Las diferencias irresolubles entre el anterior consejero delegado, Manuel Menéndez, y su presidente, Manuel Azuaga (los Manolos), unido a un pacto de fusión endiablado en el que Azuaga debía ceder todos los poderes a Menéndez, obligaron a intervenir al BCE. La institución financiera europea, bajo la atenta mirada del ex ministro Luis de Guindos como vicepresidente, exigió un plan de sucesión, que culminaría con la salida de ambos directivos.

El plan pactado con el BCE contemplaba la toma del poder de los malagueños, como así fue, por parte de la Fundación Unicaja, con el nombramiento tanto de un presidente, Pepe Sevilla, y de un consejero delegado de la casa, Isidro Rubiales, después de la salida de la mayoría de los consejeros en representación de Liberbank. El Ayuntamiento de Málaga, en una sesión plenaria presidida por su veterano alcalde, Francisco de la Torre, llegó a proclamar la malagueñización de la entidad financiera andaluza.

El éxito de la operación Liberbank y la posibilidad de que accediera a la presidencia del Gobierno Alberto Núñez Feijóo tras el pacto con el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, alimentó las ambiciones de grandeza. El siguiente paso en la hoja de ruta del banco malagueño era la posible fusión con Sabadell.

El banco catalán ha hecho bien sus deberes en los últimos años. En 2020 sustituyó a Jaime Guardiola por César González-Bueno, exCEO de ING en España, para limpiar la entidad. La reorganización ha dado sus frutos, con un incremento significativo de los márgenes brutos, que dispararon su rentabilidad por encima del 11%. González-Bueno fue contratado por dos años en previsión de que se pudiera producirse una fusión con otra entidad y el año pasado fue renovado tras su exitosa gestión.

Unicaja, por contra, necesita tiempo para rearmarse. Desde el punto de vista financiero, es una de las entidades con una menor rentabilidad, alrededor del 5%, la mitad que los grandes. Las tensiones de los últimos años han distraído su foco del negocio. En comparación con 2007, antes de que emprendiera la absorción de las ocho cajas que la integran en la actualidad, sus resultados arrojan una caída del 77,51%, el peor de la banca.

Pero también es el banco con mejores perspectivas para ese año, en el que podría duplicar los beneficios gracias a una gestión ortodoxa, según el consenso de expertos. El nuevo consejero delegado necesitará tiempo para abordar las mejoras de eficiencia y la actualización tecnológica.

Desde el punto de vista organizativo, no debería plantear inconvenientes, ya que Oliú permanecería como presidente sin poderes ejecutivos, que recaerían en José Sevilla, el que será presidente de Unicaja. Eso sí, Oliú mantendría su potestad en el consejo de administración y la estratégica. Además, se da la circunstancia de que existe ya una estrecha relación entre Sevilla y el actual director financiero de Sabadell, Leopoldo Alvear, porque ya formaron tándem en Bankia.

La operación quedó en el limbo con la llegada de Sánchez. "Hace meses que no hay ningún contacto"

Pero la investidura de Sánchez en lugar de Feijóo ha dejado la operación en el limbo, en espera de que se den las condiciones políticas y económicas para ejecutarse. "Hace meses, muchos meses que no hay contactos de ningún tipo entre ambas entidades", aseguran fuentes cercanas.

La unión requeriría cambios legislativos en la Ley de Fundaciones de Cajas de Ahorro, como ya se hizo en 2012 para que no fueran obligadas a salir a bolsa. El actual control del 30% a la Fundación Unicaja permite estar exenta del pago de Sociedades. El porcentaje de participación se reduciría significativa en caso de concretarse una operación, ya que la entidad andaluza es la mitad por tamaño. Capitaliza unos 2.500 millones, frente a los 6.000 de Sabadell. Asimismo, del lado del activo, la antigua caja malagueña suma 97.153 millones de euros mientras que la catalana alcalza los 183.918 millones.

Los malagueños exigen, además, como condición si ne qua non que la futura sede se mantenga en la ciudad andaluza, como ya aprobó su Consistorio. Con Junts y ERC reclamando la vuelta de las sedes de las empresas a Cataluña, un movimiento así desataría una reacción política contraria y difícilmente contaría con el beneplácito oficial. En estas condiciones no es extraño que Oliú declarara rotundo este jueves que "de la fusión, no hay nada de nada".

Nadie la descarta, pero tampoco nadie puede ponerle fecha. Este fin de semana será decisivo para despejar el calendario político. Si Alfonso Rueda repite como presidente en Galicia, Feijóo saldrá reforzado y tendrá la oportunidad de plantear una moción de censura a Sánchez en algún momento de la legislatura, pero si pierde, el sanchismo se consolidará hasta el final de su actual mandato, como mínimo.

PD.-Si hace un mes nos dejó César Alierta, ex presidente de Telefónica, esta semana fue José Lladó, fundador y primer accionista de Técnicas Reunidas, una de las primeras ingenierías mundiales creadas de la nada por este ex político, que fue ministro en dos ocasiones y tuvo una intensa agenda internacional. Una de las figuras de la Transición, que cimentó el desarrollo español de los sesenta. Al entierro celebrado este viernes asistieron numerosas personalidades del mundo empresarial y político, como Pedro Luis Uriarte, ex de CEO de BBVA; Jaime Terceiro, ex presidente de Caja Madrid ó Martín Villa, ex presidente de Endesa entre otros, para dar su último adiós. DEP

QOSHE - La investidura dio al traste con la fusión Sabadell-Unicaja - Amador G. Ayora
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La investidura dio al traste con la fusión Sabadell-Unicaja

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17.02.2024

El mapa bancario pasó de cerca de medio centenar de entidades financieras, entre cajas y bancos, a una decena. Una de las causas de porqué la banca no remunera los depósitos es por la falta de competencia. Ya nadie habla de fusiones, porque el número de entidades es muy reducido. Sin embargo, aún queda una operación pendiente.

En 2020, el Sabadell intentó una fusión con el BBVA. Agobiado por los problemas de integración con el británico TSB y acuciado por el parón económico de la pandemia, el presidente del Sabadell, Josep Oliú, se lanzó a buscar una fusión entre iguales con otra entidad. Dos años antes, las autoridades británicas llegaron a pedirle explicaciones por los problemas informáticos del TSB, que dejó desconectados y sin servicio a miles de clientes.

Oliú se recorrió las sedes de varios bancos ofreciendo una fusión paritaria en la que cada una de las partes mantuvieran sendas participaciones del 20%, el porcentaje que el presidente del Sabadell controla a través de la delegación de voto de varios paquetes de accionistas. Sólo BBVA entró al trapo.

Tras el fracaso con el BBVA, Oliu no ha dejado de llamar a la puerta en busca de un socio leal y estable

La fusión fracasó por dos motivos: la valoración de los activos del Sabadell por parte del banco vasco y la definición del organigrama. El presidente del BBVA, Carlos Torres, se empeñó en mantenerse como presidente ejecutivo, reservando para Oliú un segundo plato, la vicepresidencia ejecutiva.

Torres perdió una gran oportunidad para hacerse con el banco catalán a un precio de derribo, de poco más de 30 céntimos por acción, casi una cuarta parte de su valor actual.

En su propósito quizá pesó la historia de hostilidades bancarias. La fusión entre iguales a finales de 1999 entre BBV y Argentaria, con Emilio Ybarra y Francisco González como copresidentes, terminó como el rosario de la aurora. Al igual que había ocurrido unos meses antes con la boda de Santander con Central Hispano, protagonizada entre Emilio Botín y José María Amusátegui.

Los problemas con el TSB se resolvieron positivamente hace mucho tiempo y las prisas........

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