Opinión

viernes, 12 abril 2024 | 06:00

Saca buenas calificaciones, estudia una carrera y después sigue una maestría, un doctorado, sigue formándote. Durante años, esa es la receta que se da a los jóvenes para ser “una persona de provecho” o “alguien en la vida”. Lo que se omite es que recién graduados casi nadie va a observar nuestras calificaciones, sino que nos van a exigir años de experiencia o la otra opción es trabajar prácticamente gratis por una larga temporada mientras adquirimos esa experiencia laboral. Quizás 60 horas semanales por contrato sea la forma de adquirirla. También es importante analizar que las personas de generaciones anteriores que deberían dar una palmadita en la espalda para animarnos, o colocar una mano en el hombro como apoyo, van a observarnos por encima de él; y que si por no poder soportar todo eso, acudimos a un psicólogo seremos débiles y de cristal… Tal vez habría que plantearse revisar esa edad entre los 18 y los 30 años como el umbral en el que los programas de empleo llaman de “riesgo de exclusión laboral”. Ese es el precio de la fama, del éxito, el camino que se abre a partir de ahora, una vivencia inevitable, pero que definitivamente valdrá la pena.

Dentro de pocos días la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y la mayoría de las universidades y tecnológicos de nuestra ciudad inician los exámenes de admisión a las diferentes licenciaturas e ingenierías que ofrecen a nuestros jóvenes estudiantes de bachillerato. El período de obtención de fichas para el período agosto-diciembre ha terminado.

El estrés y ansiedad ante los exámenes, todo ese nudo de sensaciones y miedo no es irracional, no es en vano, la actuación en ellos determina en gran parte el futuro académico, el futuro de su vida, un momento que define y que marca a nuestros muchachos. Muchos son ahora recién adultos y los demás en muy pocos meses lo serán, es tiempo de decidir lo que harán el resto de sus vidas. Sentimientos encontrados entre el terminar y empezar, ante la culminación y la incorporación, la incertidumbre e intranquilidad aunada a la emoción. No queremos que la ansiedad se convierta en un problema que impida alcanzar los objetivos propuestos: estudiar, ir al examen, aprobar.

De cara al final de su bachillerato, habrá quien busque transitoriamente un trabajo en verano, inscribirse a un curso de idiomas, quien tenga que viajar al interior del país o al extranjero para presentar su prueba de admisión, prepararse para estudiar fuera de casa, viviendo una cultura diferente en un lugar desconocido, con gente totalmente nueva,

Están por desaparecer los sellos de aprobación de tareas y trabajos para exentar examen, o para obtener un 50 a 70% de su calificación, se acaban los dictados, las horas de fortalecimiento académico, adiós honores a la bandera, juramentos himnos y festivales, los recesos para compartir alimentos con los compañeros en las bancas de concreto tras murales de colores están por terminarse. Si quiere utilizar el teléfono celular entre clase, adelante: es su responsabilidad ahora. Las juntas para padres de familia y los recados de falta de tareas, de mal comportamiento no existirán más en las plataformas y en los teléfonos de sus padres y tutores.

El corte y tinte del cabello serán intrascendentes, el uniforme completo o la combinación la terrorífica de uniforme deportivo con el de diario no tendrá la menor importancia ya, puede vestir tenis con pantalón o zapato con pantalonera, pintarse el cabello de rojo de morado o de azul. Las uñas pueden estar largas, negras o fluorescentes y colocarse “piercings” o “expansores” en cualquier parte de su cuerpo. Al fin que los prefectos ya no andarán detrás con reporte en mano.

Es “lindo” y romántico terminar la “prepa”, pero ahora hay que afrontar otros retos.

Para algunos, este cambio puede provocar un “shock”, por dejar la comodidad del colegio para enfrentarse a las responsabilidades e independencia que trae la universidad. Es decir, asistir puntualmente a clases, cumplir con tareas, tener buenas notas… sin que los padres controlen lo que hagan será una nueva experiencia.

Los maestros que los hemos formado aun con nuestras propias limitaciones, con la mejor de nuestras intenciones, conocimiento y el más sincero de los afectos, así como orientadores vocacionales y todo un equipo multidisciplinario, debemos tener mucha paciencia, tolerancia, y confianza, dando el toque final para guiarlos adecuadamente para que la decisión tomada en este tiempo difícil, en estas últimas ocho semanas preuniversitarias, sea la mejor, la más motivadora, la que más les guste. Qué nunca pase por la mente la deserción ni el cambio de carrera. Si no quiere continuar estudiando, luchar y buscar los medios para que lo haga, y si definitivamente no está en su mente o en sus proyectos seguir haciéndolo, desear a corazón abierto, orar por que se abra un infinito de oportunidades para continuar el camino recto, lleno de satisfacciones y de triunfos en la vida personal, familiar y profesional de cada uno de ellos, quienes pasando por nuestras aulas se han convertido y serán siempre parte de nuestra historia.

Universidades, empleos y la vida les espera. Mucho éxito.

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QOSHE - Exámenes de admisión y de vida - Laura Estela Ortiz
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Exámenes de admisión y de vida

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12.04.2024

Opinión

viernes, 12 abril 2024 | 06:00

Saca buenas calificaciones, estudia una carrera y después sigue una maestría, un doctorado, sigue formándote. Durante años, esa es la receta que se da a los jóvenes para ser “una persona de provecho” o “alguien en la vida”. Lo que se omite es que recién graduados casi nadie va a observar nuestras calificaciones, sino que nos van a exigir años de experiencia o la otra opción es trabajar prácticamente gratis por una larga temporada mientras adquirimos esa experiencia laboral. Quizás 60 horas semanales por contrato sea la forma de adquirirla. También es importante analizar que las personas de generaciones anteriores que deberían dar una palmadita en la espalda para animarnos, o colocar una mano en el hombro como apoyo, van a observarnos por encima de él; y que si por no poder soportar todo eso, acudimos a un psicólogo seremos débiles y de cristal… Tal vez habría que plantearse revisar esa edad entre los 18 y los 30 años como el umbral en el que los programas de empleo llaman de “riesgo de exclusión laboral”. Ese es el precio de la fama, del éxito, el camino que se abre a partir de ahora, una vivencia inevitable, pero que definitivamente valdrá la pena.

Dentro de pocos días la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y la mayoría de las........

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