Los extremos se necesitan para existir. El sistema pierde el eje y ellos se quedan con todo.

Los extremos A-Z son opuestos pero se abrazan porque se necesitan. Uno no podría existir sin el otro. Los extremos, que proclaman posturas incompatibles y excluyentes, vistos en abstracto son intercambiables.

Por ello, los opuestos extremos se dedican a lo concreto. Lo concreto se apodera de la voluntad, de las emociones, y no deja ver lo abstracto, que en esta pugna es la simetría que retrata a los rivales en un espejo. Claro que no hay forma de ver esta pugna como una abstracción: si se pudiera contemplar así los rivales se desvanecerían.

Cada extremo emplea más energía para anular o desplazar el eje que para vencer al opuesto del que depende. Mientras hay eje, la línea que divide el campo o el tablero de juego, los extremos malviven en los márgenes y su función es de contexto, de referencia exótica y de periferia donde los poderes centrales pueden dirimir conflictos menores. El eje podría ser la democracia. Este esquema se puede dar en una familia, un país o en el mundo entero.

Cuando el sistema entra en descomposición los extremos opuestos tienen la oportunidad de existir

Cuando el sistema entra en descomposición los extremos opuestos tienen la oportunidad de existir: para ello han de encontrar su rival y entablar una lucha que siempre es de suma cero, o de menos que cero. Es una lucha a muerte que encumbra a los rivales, elimina todo lo demás y obliga al conjunto a alinearse: o estás conmigo o estás contra mí.

Cuanto más delirantes sean sus propuestas y peor sea el contexto más adeptos captan. Su doctrina es irracional y por eso prosperan cuando las reglas que habían funcionado durante un tiempo se deshacen. En realidad esas reglas ya no estaban operativas, y es esa disfunción es la condición que propicia el éxito de los extremismos.

Esta dinámica endiablada, que quizá sucede cíclicamente, cuando traspasa un umbral de contención se apodera de todo: nadie ni nada se libra de la obligación de alinearse con uno de los extremos. Cada persona, forzada a elegir un bando, se somete a la propaganda abrumadora de los extremos y se enfrenta a sí misma hasta que no puede soportar más la duda y la orfandad tribal y acaba por entregarse a uno de ellos como forma de supervivencia o como simple recurso para poder pensar en sus cosas o sentir sus propias emociones, aunque una vez que se rompe el eje es casi imposible sustraerse a la locura.

Cuando el eje se quiebra y todo se deshace la soledad de quien no se alinea es letal. Tanto más si en los periodos previos al enfrentamiento intenta atender a los argumentos confiando en que lo esencial es el debate o la discusión de conceptos, cuando a efectos de los extremos enfrentados es solo una fase preliminar pues lo que importa es la mera pugna que les da relevancia y poder.

Por eso es tan delicado deteriorar las reglas: la mínima grieta en las normas y en la cortesía hacia el conjunto, especialmente el respeto a los rivales, abre la vía por la que se puede derrumbar todo el sistema. Cuando los que deben cumplir las reglas y defenderlas las quebrantan cunde el desánimo y, con el tiempo, muy poco tiempo, la ciudadanía se entrega a los extremos, que se distinguen por su excentricidad y por su repudio del sistema.

Por ello, una estrategia preventiva habitual es abrazar uno de los bandos cuanto antes, lo que supone el triunfo de la discordia, que sustituye al eje. El miedo a la soledad en una conflagración que crece día a día es más fuerte y más largo que el pánico que se puede sentir en uno de los bandos: tanto el que va ganando como el que va perdiendo están en los extremos, ocupan el universo completo y cada adepto vibra con el fragor de la lucha arropado por su ejército.

Aunque en las primeras fases los rivales extremos conservan cierta contención es una lucha sin tregua, una lucha a muerte.

Se apodera de todo el espectro luminoso y del oscuro, de toda la realidad. Coloniza las mentes y las emociones, que en este caso son lo mismo. Esta abducción preludia una dictadura.

QOSHE - Cuando los extremos se apoderan de todo - Melisa Tuya
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Cuando los extremos se apoderan de todo

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28.11.2023

Los extremos se necesitan para existir. El sistema pierde el eje y ellos se quedan con todo.

Los extremos A-Z son opuestos pero se abrazan porque se necesitan. Uno no podría existir sin el otro. Los extremos, que proclaman posturas incompatibles y excluyentes, vistos en abstracto son intercambiables.

Por ello, los opuestos extremos se dedican a lo concreto. Lo concreto se apodera de la voluntad, de las emociones, y no deja ver lo abstracto, que en esta pugna es la simetría que retrata a los rivales en un espejo. Claro que no hay forma de ver esta pugna como una abstracción: si se pudiera contemplar así los rivales se desvanecerían.

Cada extremo emplea más energía para anular o desplazar el eje que para vencer al opuesto del que depende. Mientras hay eje, la línea que divide el campo o el tablero de juego, los extremos malviven en los márgenes y su función es de contexto, de referencia exótica y de periferia donde los poderes centrales pueden dirimir conflictos menores. El eje podría ser la........

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