Vivimos tiempos acelerados donde todo es seguido en vivo y en directo. Escribe Luciano Concheiro en su ensayo Contra el tiempo que, si se viera obligado a señalar un rasgo que describiera la época actual en su totalidad, no lo dudaría un segundo: elegiría la aceleración. En esa línea sostiene Jean Baudrillard en La ilusión del fin que «la aceleración de la modernidad, técnica, incidental, mediática, la aceleración de todos los intercambios, económicos, políticos, sexuales, nos ha conducido a una velocidad de liberación tal que nos hemos salido de la esfera de la esfera referencial de lo real y de la historia». Pero hay excepciones clamorosas como la que ofrece ahora el Diario de sesiones del Congreso de los Diputados, que está declarado publicación oficial por el artículo 95 del Reglamento de la Cámara.

Sucede, sin que se haya dado explicación alguna ni nadie haya reclamado, que a partir del pasado 21 de septiembre, fecha en la que a tenor de la pertinente reforma reglamentaria fue aceptado el uso de las lenguas cooficiales, se ha venido observando cómo la edición electrónica del Diario de sesiones ha dejado de publicarse al día siguiente de la celebración del Pleno según era habitual y ahora solo está disponible para ser consultada al cabo de un plazo que viene oscilando entre los siete y los diez días posteriores.

Dispone el artículo 96 del Reglamento que «En el Diario de sesiones se reproducirán íntegramente, dejando constancia de los incidentes producidos, todas las intervenciones y acuerdos adoptados en sesiones del pleno, de la Diputación Permanente y de las Comisiones que no tengan carácter secreto». De modo que el texto del Diario de sesiones da fe de lo ocurrido y funciona como acta de la sesión. La preceptiva reproducción íntegra de todas las intervenciones y la obligatoriedad de dejar constancia de los incidentes producidos convierten al Diario de sesiones en el recurso para contrastar y verificar lo sucedido.

Proferir palabras o verter conceptos ofensivos al decoro de la Cámara o de sus miembros, de las instituciones del Estado o de cualquier otra persona o entidad es motivo, según el artículo 103.1 del Reglamento, para que los Diputados y los oradores sean llamados al orden. También el artículo 192.2 indica que «la Mesa, oída la Junta de Portavoces, podrá declarar no admisibles a trámite aquellas preguntas o interpelaciones cuyo texto incurra en los supuestos contemplados en el 103.1. La ordenación de los debates corresponde al presidente de la Cámara, que es el único que puede llamar al orden o a la cuestión al diputado que se encuentre en el uso de la palabra, a tenor de lo dispuesto en el artículo 70 del Reglamento.

Revisar el Diario de sesiones del pleno celebrado el martes 30 de enero, cuyo único punto del orden del día era debatir y votar el dictamen de la Comisión de Justicia sobre la proposición de ley orgánica de amnistía para la normalización institucional, política y social en Cataluña, y hacer esa revisión desde el ángulo de las ofensas al decoro, permite detectar, en línea con la intervención que hizo al amparo del artículo 72 la diputada señora Rodríguez de Millán Parro, las acusaciones de la diputada Nogueras contra el juez Marchena, el juez Aguirre y el juez García Castellón de prevaricaciones varias y también las que lanzó la diputada Velarde al magistrado García Castellón de haber incurrido en lawfare. Pero la señora presidenta Francina Armengol se abstuvo de llamar al orden o de salir en defensa del ofendido decoro de la Cámara. Solo intervino en defensa propia cuando, al final de su turno, Alberto Núñez Feijóo le dijo: «Señora presidenta, como sé que su grupo le pide que me quite la palabra, solo un segundo». Entonces, la señora Armengol replicó fulminante: «Señor Feijóo, no me parecen adecuadas sus palabras». Continuará.

QOSHE - Ofensas al decoro - Arancha Serrano
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Ofensas al decoro

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08.02.2024

Vivimos tiempos acelerados donde todo es seguido en vivo y en directo. Escribe Luciano Concheiro en su ensayo Contra el tiempo que, si se viera obligado a señalar un rasgo que describiera la época actual en su totalidad, no lo dudaría un segundo: elegiría la aceleración. En esa línea sostiene Jean Baudrillard en La ilusión del fin que «la aceleración de la modernidad, técnica, incidental, mediática, la aceleración de todos los intercambios, económicos, políticos, sexuales, nos ha conducido a una velocidad de liberación tal que nos hemos salido de la esfera de la esfera referencial de lo real y de la historia». Pero hay excepciones clamorosas como la que ofrece ahora el Diario de sesiones del Congreso de los Diputados, que está declarado publicación oficial por el artículo 95 del Reglamento de la Cámara.

Sucede, sin que se haya dado explicación alguna ni nadie haya reclamado, que a partir del pasado 21 de septiembre, fecha en la que a tenor de........

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