Iván Redondo y las mentiras de Los Chiripitifláuticos de Moncloa
Carmen Calvo lució una boina castellana en la marcha feminista del 8-M. Era un día primaveral, hacia buen tiempo y nadie parecía prever que, tres semanas después, estaríamos en serios apuros para quemar a todos los cadáveres que esperan turno en los crematorios. “El coronavirus no mata más que el machismo”, decía una pancarta situada a unas decenas de metros de la vicepresidenta. Con el paso de los días, esa fila de manifestantes, de la que formaban parte varias ministras y la mujer del presidente, ha recordado a ese grupo de ucranianos que observó desde un puente el incendio de la central nuclear de Chernóbil, atraído por la 'pirotecnia', pero ajeno al peligro de la radiactividad. Eran inconscientes y no supieron ver el alcance real de la amenaza.
Unas horas antes de que la cabecera de la manifestación feminista recorriera el Paseo del Prado, la Organización Mundial de la Salud había pedido a los gobiernos que establecieran protocolos para asegurar el 'distanciamiento social'. En paralelo, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades recomendaba que se evitaran las manifestaciones. Catorce días después de las marchas feministas, Carmen Calvo cruzó las puertas de la Clínica Ruber Juan Bravo, de la capital madrileña, enferma de Covid-19. Vozpópuli adelantó que el resultado de la prueba a la que le sometieron era positivo, es decir, que estaba infectada, pero el Gobierno desmintió la noticia y aseguró que era “negativo no concluyente”. Veinticuatro horas después, la Secretaría de Estado de Comunicación reculaba y concedía la razón a este periódico. Implícitamente, revelaba que había mentido. Una vez........
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