El ego periodístico y la compra de Twitter por Elon Musk
No hay día en el que no piense en la película Her, en la que su protagonista, Joaquin Phoenix, se enamora de una asistente virtual con la voz de Scarlett Johansson. Gozar y sufrir por una máquina. Establecer dependencias con un ser ficticio, estructurado en código fuente. Suena a broma pesada. No cuesta imaginar en una situación similar a todos esos periodistas y columnistas que se alegran, se disgustan y se persiguen en las redes sociales por tener la razón o por sentirse reforzados ante sus seguidores. Es una de las manifestaciones de ego puberal más estúpidas que ha visto el mundo.
Foros de debate como Twitter no son cualquier cosa. En esta red social están presentes algunas fuentes periodísticas y de conocimiento interesantes; y de sus debates puede extraerse casi siempre información útil sobre el sentir de determinadas colectividades. Eso no convierte en menos ridículas las dependencias emocionales que establecen algunos ilustres periodistas de la Corte con este medio.
Se empeñan en empequeñecer su firma y su figura y en cada tuit; y dedican un buen tiempo de su día a día la tarea. ¿Por qué? Ni la más remota idea. Quizás por llenar con likes o retuits los vacíos existenciales. Quién sabe. ¿Elegirán también los temas de sus artículos en función de la aceptación / rechazo que -intuyen- pueden tener en sus redes? La respuesta a esta pregunta........
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