Abramos el melón de la salud mental
Quizá solo sea el momento de dar el pésame a los familiares del niño de 11 años asesinado en Mocejón (Toledo) y, en silencio, dejarles vivir su dolor con total intimidad, pero voy a arriesgarme a meter la pata, ya que parece ser que en este país nunca es buen momento para hablar del abandono que hay en España hacia los enfermos mentales y sus familias, así que voy a hacerlo.
Yo entiendo que cuando hay un asesinato se genere un debate sobre la nacionalidad y sobre la delincuencia vinculada a la inmigración, porque lo que no es normal es precisamente que se esté normalizando que todos los días tengamos titulares con violaciones, agresiones y homicidios perpetrados por inmigrantes, la mayoría en situación administrativa irregular, (que se dice así, porque nadie es ilegal y bla, bla, bla...), y que los que nos gobiernan callen ante esos crímenes.
Pero cuando los medios informan de que el supuesto asesino tiene una discapacidad mental del 60% según algunos, del 70% según otros, y que ha confesado haber realizado el crimen, el debate debería ser otro y las preguntas tienen que ser otras. A mí las preguntas que me surgen es por qué se da por buena la confesión de alguien con esa discapacidad y qué hace un adulto con una enfermedad mental, que es potencialmente peligroso, paseando por la calle.
Para la primera pregunta no tengo respuesta, así que discúlpenme ustedes si soy reacia a creer que esa confesión sea fiel a la realidad.
Para la segunda sí que tengo respuesta: la gestión de la salud mental en este país es un verdadero desastre. De esto tenemos que darle las gracias al PSOE y a Felipe González, que tanto se escandaliza ahora con las acciones de........
© Vozpópuli
visit website