Elogio de la disciplina de partido
En una democracia representativa, los partidos son criaturas básicamente inevitables. Los políticos electos, por muy independientes que quieran ser, necesitan construir mayorías para sacar leyes adelante, y eso exige inevitablemente encontrar a otros legisladores que estén dispuestos a apoyarles.
Dado que no hay dos políticos iguales, esta búsqueda de apoyos siempre incluye una negociación. El legislador conseguirá un voto favorable en una de sus prioridades a cambio de apoyar otra medida para él menos importante de manera recíproca. No hace falta ser demasiado avispado para percatarse que construir acuerdos duraderos entre legisladores afines es una ventaja estratégica, ya que les permitirá controlar la agenda y sacar adelante votaciones más fácilmente. Aquellos que se oponen a estas medidas tienen todo el incentivo del mundo para organizarse en sentido contrario, así que los legislativos siempre acaban, tarde o temprano, generando dos o más bloques que votan al unísono. Son opinión organizada, la definición de Benjamin Disraeli de lo que es un partido político.
Resulta obvio que, para ser efectivos, los partidos necesitan un cierto grado de disciplina y coherencia interna. Sus miembros deben ser capaces de acordar una agenda común, y deben poder ofrecer a los votantes un programa político con visos de salir adelante. Un partido........© Vozpópuli
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