Inflación importada y pacto de rentas
La inflación ha vuelto y lo ha hecho con tasas que no se veían desde hace décadas en la mayoría de las economías avanzadas. La recuperación económica posterior a la crisis de la covid-19 ha estado caracterizada por fuertes cambios en los precios relativos de bienes frente a servicios, estímulos monetarios y fiscales sin precedentes, disrupciones en las cadenas mundiales de producción, y un aumento del coste de las materias primas, especialmente de productos energéticos, que han cambiado radicalmente las perspectivas de inflación. España no ha permanecido ajena a este episodio inflacionista de naturaleza global.
Si nos centramos en los promedios trimestrales del IPC mensual, es necesario irse a 1985 para observar una tasa de crecimiento interanual similar a la del segundo trimestre de 2022 (9,1%). A la espera de conocer el dato de septiembre, las tasas de julio y agosto apuntan que la inflación promedio del tercer trimestre podría superar el 10%. Algo parecido ocurre con la inflación subyacente (que excluye precios de la energía y alimentos sin procesar), cuyo promedio en el segundo trimestre fue del 4,9% y que posiblemente superará el 6% en el tercero.
En claro contraste con la inflación de los precios de consumo, según el avance de la Contabilidad Nacional Trimestral, la del deflactor del PIB se situó en el segundo trimestre en el 3%, la tercera parte de la observada en el IPC. El deflactor del PIB refleja los precios del valor añadido aportado a los bienes y servicios producidos en el interior, es decir, el que corresponde a los salarios, excedente bruto de explotación y rentas mixtas, junto con los impuestos a la producción e importaciones, netos de subvenciones.
La diferencia entre la tasa de inflación del IPC y la del deflactor del PIB puede tener dos causas. La primera es que la cesta de bienes de consumo (que incluye también bienes y servicios importados) no es exactamente igual a la del PIB, que excluye importaciones, pero incorpora inversiones y exportaciones. La segunda es que los precios que más han subido son principalmente los de nuestras importaciones de materias primas y alimentos, particularmente energía, y de bienes intermedios afectados por las disrupciones en las cadenas mundiales de producción y la depreciación del euro. La evidencia disponible para la eurozona, analizada en un estudio reciente del BCE, sugiere que la mayor parte de la inflación del IPC (9,1% en agosto) se debe precisamente a aquellos componentes con un mayor contenido de importaciones, con tasas de inflación de dos dígitos. Por el contrario, la inflación de componentes con un bajo contenido de........
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