Contra el terror moro, tolerancia cero
Los violentos delitos del fin de semana de San Juan, y particularmente el asesinato de David Lledó Caselles a manos de magrebíes okupas con un amplio historial delictivo, vuelven a poner de manifiesto las perniciosas consecuencias de no controlar quién entra en nuestro país. Pero este sindiós no ha empezado ayer, es una gota malaya que viene trepanándonos desde hace décadas.
Con la llegada de la democracia, los políticos decidieron que determinada etnia podría parasitar los recursos del Estado a cambio de paz social, paz que se quiebra cuando los etnianos cogen sus kalashnikovs y se lían a tiros entre ellos o cada vez que uno de los suyos ingresa en un hospital. Imagino que los legisladores creyeron que, facilitándoles la vida, las siguientes generaciones se integrarían hasta llegar a ser indistinguibles del resto de españoles; y no se pensó en el lastre exponencial que se estaba cargando sobre los contribuyentes futuros: si acostumbras a la gente a tener casa gratis y subvencionas su natalidad sin exigir nada a cambio, empezarás dando un piso a una familia y acabarás teniendo la obligación de dar otros cinco pisos a sus hijos y 25 a sus nietos. Entonces sólo teníamos que mantener al parásito patrio, ese al que también le gustan los torreznos, pero ahora........© Vozpópuli
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