El INE acaba de publicar el avance de los datos de Contabilidad Nacional trimestral de España en el cuarto trimestre de 2023. De acuerdo con ellos, el PIB ha crecido un 0,6% en los postreros tres meses del año pasado y habría cerrado el ejercicio con un incremento del 2,5%. Desde el Gobierno y sus terminales mediáticas y académicas se celebran esos datos como una prueba del éxito de la política económica en curso y como una refutación de los negros augurios profetizados por sus críticos. Sin embargo, las luces cortas y la visión con anteojeras no son adecuadas para analizar la trayectoria de la economía española y suelen producir espejismos a quienes la observan.

De acuerdo con la información suministrada por el INE, el gasto de los hogares creció en 2023 un 0,3% en términos interanuales y la Formación Bruta de Capital un 0,2%. Si hablamos de la Formación Bruta de Capital fijo, la contracción ha sido del 2,0% respecto al año anterior. La única variable de la demanda interna con un aumento significativo ha sido el consumo público, que ha aumentado respecto a 2022 un 1,4% y, en términos inter trimestrales, un 4,4%. Y las exportaciones han experimentado un repunte coyuntural, permitiendo una aportación positiva al PIB.

Si se tiene en cuenta que la ratio consumo público/PIB ha aumentado del 18,7% del PIB en 2019 -un 21,5%, casi con toda seguridad, en 2023-, esto refleja una economía dopada, en la que los indicadores básicos del sector privado se encuentran un estado catatónico y en la que el crecimiento se sustenta, de manera por definición insostenible, en un gasto público financiado con deuda. Esta situación es por definición insostenible y, más, en un Estado con los niveles de endeudamiento del español.

La evolución de las principales variables macro muestran con rotundidad el fracaso de la estrategia económica desplegada por la coalición gubernamental. De acuerdo con el modelo keynesiano básico, explicado en las clases de introducción a la macroeconomía, los efectos de la expansión del gasto público serían claros y certeros: su incremento estimularía la demanda agregada y, por tanto, desencadenaría un aumento del consumo y de la inversión privada.

En paralelo, la subida de los impuestos, como ha hecho el Gobierno social comunista desde 2019, reduce la renta disponible de las familias y los beneficios de las empresas, pero conforme a la vulgata keynesiana, ello se ve más que compensado por la expansión del gasto de las Administraciones Públicas. Si eso fuese así, los datos publicados por el INE esta semana habría de reflejar un nítido y positivo impacto sobre la demanda agregada del brutal incremento experimentado por los desembolsos del sector público.

Sin embargo, la realidad es muy diferente. La inversión, como se ha mostrado, se ha contraído y el consumo de los hogares presenta un encefalograma plano. Esto significa que el multiplicador keynesiano no ha fomentado el gasto de las familias y se ha convertido, valga el vulgarismo, en un depresor de la formación bruta de capital. Según parece, estos pequeños detalles son ignorados por los paladines de la política económica de la entente social comunista.

Pero un análisis pormenorizado de la evolución de las principales variables macro a lo largo de los dos últimos años ofrece un panorama gris oscuro, siendo optimistas, muy distinto al mostrado por la propaganda gubernamental. La productividad por puesto de trabajo a tiempo completo comenzó a desacelerarse en el cuarto trimestre de 2022 y se ha contraído de manera constante desde el segundo de 2023, para cerrar el cuarto con un -1,8%.

Como es inevitable, la otra cara de la moneda, los costes laborales unitarios se han disparado, 3,9 puntos de crecimiento, desde el cuarto trimestre de 2022 hasta el mismo periodo de 2023. Esto implica que, en el mejor de los supuestos y salvo un milagro, la creación de empleo sólo puede mantenerse con salarios cada vez más bajos.

Este escenario conduce de manera inexorable a un desenlace fatal. Si las variables de la economía real están instaladas en un escenario de freno-marcha atrás, es impensable que el gasto público sea o pueda ser un sustituto de aquellas para fomentar la actividad económica cuando no tiene efecto positivo alguno sobre ellas.

En este marco, España se sienta no sobre un castillo de naipes que puede derrumbarse en cualquier momento, sino sobre un barril de pólvora condenado de manera inevitable a explotar. La economía nacional es un heroinómano al que las dosis adicionales de droga no le producen efecto estimulante alguno. No es capaz de generar recursos sanos para financiar su derroche.

Si el sector privado no es capaz de generar crecimiento, el público está mostrando de modo indiscutible su capacidad de hacerlo. ¿Cuál es el resultado? Los mercados, antes o después se negarán a financiar el despilfarro del Gobierno o elevarán la prima de riesgo para hacerlo. Con el consumo estancado, la inversión en recesión, el empleo lastrado y las expectativas de crecimiento a la baja, esto tiene una pinta fatal.

QOSHE - Una economía dopada - Lorenzo Bernaldo De Quirós
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Una economía dopada

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01.02.2024

El INE acaba de publicar el avance de los datos de Contabilidad Nacional trimestral de España en el cuarto trimestre de 2023. De acuerdo con ellos, el PIB ha crecido un 0,6% en los postreros tres meses del año pasado y habría cerrado el ejercicio con un incremento del 2,5%. Desde el Gobierno y sus terminales mediáticas y académicas se celebran esos datos como una prueba del éxito de la política económica en curso y como una refutación de los negros augurios profetizados por sus críticos. Sin embargo, las luces cortas y la visión con anteojeras no son adecuadas para analizar la trayectoria de la economía española y suelen producir espejismos a quienes la observan.

De acuerdo con la información suministrada por el INE, el gasto de los hogares creció en 2023 un 0,3% en términos interanuales y la Formación Bruta de Capital un 0,2%. Si hablamos de la Formación Bruta de Capital fijo, la contracción ha sido del 2,0% respecto al año anterior. La única variable de la demanda interna con un aumento significativo ha sido el consumo público, que ha aumentado respecto a 2022 un 1,4% y, en términos inter trimestrales, un 4,4%. Y las exportaciones han experimentado un repunte coyuntural, permitiendo una aportación positiva al PIB.

Si........

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