Las pruebas más lacerantes de nuestra decadencia
Es un hecho consumado y ampliamente asumido por el análisis económico estructural, que más allá de las noticias coyunturales del día a día y las ridículas explicaciones puramente propagandistas de este gobierno, que en el pasado siglo España disfrutó de un notable y continuo progreso económico y social, con dos grandes excepciones: durante la Segunda República y la Guerra Civil, y ahora con Zapatero y Sánchez hemos regresado a los peores tiempos.
Tras un largo periodo de crecimiento desde 1898 hasta 1931, entre 1932 y 1952, la renta per cápita española permaneció estancada, con datos Maluquer [España en la economía mundial, 2016]. Con caídas del 20% durante la 2ª República, del 5% en la Guerra Civil y una modesta recuperación en la postguerra hasta el año 1952 del 22%. Desde entonces, España volvió a crecer y converger con Europa aún con altibajos, hasta que con Zapatero [2005-2012] disminuyó un 6%, con Rajoy [2012-2017] volvió a aumentar un 11%, para estancarse con Sánchez [2017-2022] con apenas un crecimiento acumulado del 1%. El comportamiento de la economía española con el socialismo del siglo XXI remite al de la estancada Argentina, mientras que la UE, aún con menos empuje que EEUU que sigue aumentando su distancia con Europa, acrecienta su brecha con España.
Las razones de fondo de la actual decadencia son dos: nuestro escaso nivel de productividad junto con su estancamiento y un marco laboral especialmente limitante de la creación de puestos de trabajo.
La productividad del trabajo -que determina necesariamente el nivel salarial y consecuentemente la renta per cápita- está asociado a dos variables -que a su vez se relacionan entre sí-: la inversión privada y la innovación empresarial.
La inversión empresarial se desactiva -en una economía abierta, el gobierno, ni siquiera el social-comunista, puede hacerla obligatoria- cuando el derecho de propiedad, la seguridad........
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