Ni coche ni futuro
Hace unas semanas tuve un accidente de tráfico que me ha mantenido alejada de esta columna. Mi coche siniestró, pero Dios quiso que yo saliese ilesa*. Ahora me aguarda una odisea tediosa: necesito comprarme un coche. Sé que es el peor de los tiempos para querer tener algo propio en España. Tras 20 años de estancamiento, de pérdida de poder adquisitivo, de empobrecimiento planificado desde las élites europeas y sus sicarios en los gobiernos anti nacionales, la falta de acceso a la vivienda o a un coche no sólo afecta a los jóvenes que han terminado su formación en los últimos años. Ya son dos generaciones las que ven su destino de prosperidad desvanecerse, salvo que tengan familia en el PSOE. Sin vivienda y sin coche no asoma la felicidad del «gran reinicio», sino la rabia y la desolación. No nos han dejado nada en este expolio climático de la burocracia europeísta que odia todo lo bello y bueno que representaba Occidente.
No perderé el tiempo explicando las razones por las que un coche no es un lujo, ni un despilfarro porque me niego a aceptar de forma silenciosa o pacífica que el progreso para los españoles sea vivir peor que en Burkina Faso. Ni siquiera el más estúpido del tercer mundo afirmaría que un coche es un gasto innecesario.
Hay un factor psicológico para la conciencia vital nada desdeñable en la compra del segundo coche. Es natural anhelar que al menos sea mejor que el........
© Vozpópuli
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