Ábalos, un mal enemigo
«No voy a dimitir de mi escaño, me voy al Grupo Mixto. Me quedo para obligar a los que me echan a mirarme a los ojos». José Luis Ábalos terminó su intervención sin anunciar su dimisión, como había ordenado el cabecilla de la mayor organización criminal de España. En ese momento a Pedro Sánchez se le debió de hinchar la vena y su mandíbula crujía al apretarla con tanta rabia. Probablemente apartó su puño del rostro lanzando alguna orden colérica hacia su equipo, de comunicación o del CNI. Una persona con un carácter tiránico en una situación de debilidad responde mal ante quien no muestra sumisión absoluta.
"Vengo solo en mi coche. No tengo secretaria. No tengo a nadie detrás, ni al lado. Me enfrento a todo el poder político —quién me lo iba a decir— de una parte y de otra. Y lo tengo que hacer solo. Soy un mero peón, que se inserta en una lucha política sin reglas". Una perfecta definición de la democracia y el régimen. Un lamento de soledad existencial tras la caída y repudio de la tribu. Las palabras de quien ve injusto su trágico final, tras una vida en la lucha de los bajos fondos para ascender a la vida palaciega. Un........
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