Con su mujer y su hermano, que se vayan de la mano
Conforme pasan los días y se van conociendo nuevos datos -cada vez más escalofriantes- de las andanzas de Begoña Gómez y de la irregular situación fiscal y patrimonial de David Sánchez, el olor a podrido que sale de La Moncloa se expande a los cuatro vientos y su hedor inunda la geografía española. La gravedad de lo que se va descubriendo de la “presidenta del Gobierno”, calificación del fino estilista Patxi López, es de tal dimensión que ya poco importa quienes fueron los que la denunciaron si es que alguna vez importó. En efecto, pretender como pretenden Sánchez y los suyos que la denuncia no ha de tomarse en cuenta debido a quienes son los denunciantes supone una defensa artificial y artificiosa, implica ignorar que un asunto tan escandaloso como el caso de los GAL se detectó, investigó y castigó merced a la denuncia de dos personas tan poco admirables como Amedo y Domínguez. De manera que lo relevante son los hechos cometidos por Begoña Gómez y no quienes sean los que la acusen de haberlos cometido.
Por ceñirnos a la más reciente información publicada, la última peripecia que se ha conocido de la mujer del presidente consiste en haber inscrito en el Registro de Marcas y Patentes un activo inmaterial que no es suyo pese a ser avisada de que no podía hacerlo. De ser cierto, ya no estaríamos ante una conducta que admita valoraciones o interpretaciones sino ante un hecho objetivamente incontestable, pretender apropiarse de algo ajeno. Y, además, no cabría en su favor alegar una posible ignorancia de la irregularidad dado que el vicerrector de la Universidad Complutense ha afirmado que él personalmente le avisó de lo irregular de su pretensión.
No es tampoco baladí........
© Vozpópuli
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