Disculpa, Pedro, tú no eres el Estado
Helena de Troya. Tristan e Isolda. El Rapto de las Sabinas.
¿Cuándo ha sido la última vez que una mujer fue piedra de escándalo en un conflicto internacional? ¿Cuándo la última que la ira incontenible de un líder tribal, señor feudal o emperador despechado destruyó las relaciones entre dos países unidos por siglos de convivencia ejemplar? El colectivismo conduce a España a territorios de mitos y leyendas. A tierra de nadie, en el mejor de los casos.
En la historia de las democracias de Occidente no hay antecedente de ruptura de relaciones diplomáticas a causa de una palabra desubicada dirigida al cónyuge de la cabeza de gobierno. ¿España continúa siendo una república democrática o en algún momento viró a imperio autocrático y nadie se ha percatado?
En el peor de los casos, los acontecimientos del 19 de mayo en el Palacio de Vistalegre debieron permanecer confinados dentro de los límites de la pudorosa intimidad de las partes. Para lavar el honor mancillado, el presidente ofendido debió personarse, ipso facto, en el lugar del hecho y retar a duelo -pistola, sable- al impertinente lenguaraz. El lance pudo haber tenido lugar en algún recóndito recodo del Parque del Retiro, de madrugada y con neblina, preferentemente, para darle al artista gráfico la oportunidad de lucirse. Los grandes medios de comunicación, quizás el estrato más reaccionario de la sociedad, de cualquier sociedad, hubiesen aullado de placer.
Pedro Sánchez perdió una inigualable ocasión de demostrarle al pueblo español cuáles son sus verdaderos atributos, como conductor y, muy........
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