La Justicia independiente, en peligro de extinción
El Poder Judicial es la cenicienta de nuestra democracia. Mientras los otros dos poderes del Estado disfrutan de un holgado presupuesto que permite a sus miembros vivir rodeados de lujos y comodidades, a los integrantes del judicial se les exige que, con unos medios ciertamente precarios, mantengan la casa democrática limpia y a salvo de quienes la quieren asaltar. Como le sucede al personaje de Disney, que depende económicamente de la madrastra que la vapulea y la maltrata, el poder judicial está sometido a los designios presupuestarios de quienes la quieren intervenir y subyugar.
Juan Carlos Campo, ministro de Justicia, ha asumido el rol del príncipe encantador con la pretensión de embaucar a los ciudadanos de nuestro país: gracias a las injerencias del Gobierno socialcomunista en la Justicia, ésta dejará de ser mucama y pasará a ser princesa. Quienes hacen seguidismo al Gobierno aseguran que bastará calzarla con un par de reformas legislativas para que funcione el hechizo. Insisten en reformar el sistema de elección de los jueces y magistrados del CGPJ para que se les elija por mayoría absoluta en lugar de la actual reforzada (3/5 de las Cámaras), y en encomendar la instrucción de los delitos a la Fiscalía. Ya hay dos iniciativas legislativas en marcha, aunque la referente al CGPJ la hayan dejado en suspenso tras los toques de atención europeos. Pero ambas son puro camelo. Fake news, como se dice ahora.
Encomendar la instrucción a los fiscales será un craso error que ahondará en el desprestigio y sometimiento del Poder Judicial
Efectivamente, y al contrario de lo que sucede en las ficciones de Disney, la magia que precisa la Justicia sólo puede obrarse conjugando la independencia económica con una mayor independencia orgánica. Y las dos reformas planteadas por el Ejecutivo van en sentido contrario. Ciertamente, lo que se pretende modificando el sistema de mayorías en la elección del CGPJ es que el gobierno de los jueces tenga correspondencia ideológica con las mayorías gubernamentales de turno. Y no hay que ser muy avezado para concluir que una mayor identificación política redundará en una menor independencia orgánica y presupuestaria. Y mientras ambas formas de autonomía no estén garantizadas, encomendar la instrucción a los fiscales será un craso error que ahondará en el desprestigio y sometimiento del Poder........
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