Cumplir con la Constitución es garantizar la independencia judicial
El bien no requiere de límites o cortapisas, porque lo bueno es lo opuesto a lo malo y sólo este último debe ser embridado y sometido. Nadie, salvo los malhechores, ponen impedimentos a la expansión e instauración de la bondad. Por eso la izquierda se ha empeñado desde sus orígenes en rodearse de un halo de superioridad moral que le permite identificar sus propuestas con las causas más virtuosas, eludiendo o cercenando los contrapesos que objetarían o impedirían su implementación, a cuyos valedores retratan ante la opinión pública poco menos que como malvados villanos que persiguen la consecución de objetivos abyectos.
El bien es la patente de corso que sirve a la izquierda para soslayar todo tipo de desmanes y tropelías, hasta muertes. En definitiva, lo enarbolan para justificar cualesquiera medios en la consecución de un noble fin. Por eso la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, se puede permitir prologar el Manifiesto Comunista de Karl Marx y venderlo como si hubiese hecho una reseña de “Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas”. O Pablo Iglesias ilustrar un mediocre artículo suyo con una pistola utilizada por los nazis en la que pueden leerse las siglas del PP y Vox. Lo que en otros sería apología de la violencia, el genocidio o el totalitarismo, en ellos se convierte en un alegato bienintencionado a favor de un mundo mejor. Hasta gozan de bula para pactar con los herederos del terrorismo etarra, porque aunque a usted le pudiera parecer que se trata de una claudicación, ellos le dirán que no, que se trata de una apuesta por la convivencia, la reconciliación y el diálogo. ¡Y quién le puede decir que no a eso!
La verdad es que ser de izquierdas se antoja tan fácil y sencillo que no entiendo cómo es posible que algunos nos resistamos a abrazar el........
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