La 'reina' Begoña Gómez y el ramo de naranjas argentinas de 'Godoy' Sánchez
Desde que la Constitución doceañista de Cádiz aboliera el absolutismo encarnado por el felón Fernando VII y estipulara que “la Nación española (…) no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia, ni persona”, no se conocía, en democracia, un presidente que patrimonializara el Estado en beneficio de su progenie como Pedro Sánchez a raíz de las diligencias judiciales abiertas sobre el supuesto tráfico de influencias de su mujer. Autoerigido en Yo, El Supremo, como el dictador de la novela de Roa Bastos, Sánchez instituye como bien de Estado a Begoña Gómez a la que otorga prerrogativas regias para que sus negocios a la sombra de La Moncloa ni se juzguen ni sean objeto de crítica en este “regreso al futuro” que retrotrae al absolutismo. Algo que ni siquiera se permite un monarca parlamentario.
Así, en un dilema parejo al “Begoñagate” como el “caso Nóos”, a Felipe VI no le tembló el pulso para apartar de la familia real a su hermana, Cristina de Borbón, y a su otrora cuñado, Iñaki Urdangarín, al trascender los agios por los que el duque de Palma fue reo 5 años y 10 meses por tráfico de influencias. Valiéndose de su condición de yerno de Juan Carlos I, franqueó las puertas de las administraciones y apaleó sus buenos euros del erario con el instituto Nóos de tapadera. Al cabo del tiempo, los enjuagues de Begoña Gómez son un copia y pega de los gatuperios del duque “enPalmado”, como se identificaba el desvergonzado.
Asimismo, cuando Felipe VI ha debido soportar los insultos infligidos a su persona y a la nación que simboliza por dictadores y sátrapas, el Gobierno no retiró el embajador de esos países. Es más, éste transigió por razones de Estado que se les franqueara a estos el Palacio Real cuyas estancias no honraban. Como sintetizó con pragmatismo el premier británico, Lord Palmerston, las naciones no tienen amigos, sino intereses. Sin embargo, por mor del rejón de Milei a Sánchez, a quien se la tenía jurada desde que su procaz ministro Puente le incriminara ingerir estupefacientes, el presidente español ha echado las patas por alto y ha retirado a la embajadora evocando la fugaz “Guerra de las Naranjas” que aquel otro “Príncipe de La Paz”, Manuel Godoy, acometió por estas fechas contra Portugal para imponer, acatando la orden de Napoleón, el bloqueo comercial a Inglaterra en 1801. A los 18 días, en Elvas, donde hoy mora el hermano de Sánchez para no tributar en España siendo funcionario de la Diputación de Badajoz donde encontró nómina oficial por vía sanguínea, se firmó la tregua y Godoy le envió a la reina María Luisa de........© Vozpópuli
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