España no tiene memoria (y Pedro lo sabe)
Aquellos que gustan y frecuentan las corridas de toros suelen afirman que ellos de esto no saben. Se declaran ignorantes, y eso que suelen ser aficionados que han calentado mucho cemento en tardes de hastío y gloria. Pero estos aficionados sí saben algo básico, que la lidia es un arte en el que abiertamente se confirma la teoría de que la mayor parte de las grandes faenas taurinas son una recreación del público. Me atrevería a afirmar que no sólo en la lidia. Allí donde haya un credo, una fe, una manera compartida de creer en algo, desde la solemnidad de un dios a la simpleza y el significado de una camiseta de fútbol, el público termina extasiado -entregado, más bien-, en los momentos en que el espíritu tira del cuerpo como último recurso para salvar los dictados de la razón.
No creo en casi nada, que es una manera como otra cualquiera de decir que creo en muy pocas cosas, y así me evito el disgusto que la frustración anuncia antes de que aparezca la necesidad de rectificar. Y conste que una cosa es no tener creencias y otras estás falto de convicciones. Pero, en fin, lo cierto es que no estoy allí donde se juntan unos cientos de seres humanos y pueda perder el control de mi voluntad en favor de la mayoría, siempre difusa, cambiante y alternativa.
No creo en catecismos, y menos que en ninguno en los políticos. Caprichosos por elementales, episódicos por voluntad del baranda que marca el rumbo a su grey, el cónclave socialista del pasado fin de semana tiene todos los argumentos para asegurar que el PSOE, al menos el que muchos millones de españoles conocieron y votaron,........
© Vozpópuli
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