Nochebuena en la Moncloa
Siempre he tenido suerte, y lo admito. En la vida, la suerte juega un papel que otros factores, por importantes que sean, no pueden superar. Por eso, cuando recibí la invitación oficial, formal, sellada y firmada, para la fiesta de Nochebuena del PSOE en la Moncloa, no me lo podía creer. Me pareció curioso, sobre todo viniendo de un gobierno al que crítico con frecuencia. Pensé que asistir podría ser una señal de apertura al diálogo, una forma de estrechar lazos y tender puentes, aunque fuera por Navidad.
No era cuestión de llegar sin preparación. Consulté a un asesor en protocolo sobre cómo asistir a una cena de Nochebuena en la Moncloa. “Es como ir con el Rey”, me dijo, aunque el anfitrión sería Pedro Sánchez, pero claro, es casi lo mismo. Para no equivocarme elegí un traje que imitaba su estilo: azul claro, ajustado en la cintura, con pantalones que hacían parecer las piernas más largas y una corbata roja. Era importante no desentonar, porque, si algo caracteriza a los socialistas, es que visten caro y bien a la vista.
La cuestión del horario también me preocupaba. Llegar muy temprano te deja atrapado con los otros puntuales en una conversación inevitable e incómoda. Llegar tarde puede ser igual de problemático, porque ya todo el mundo está instalado y te miran como un intruso. Pedí un Uber y le dije al conductor que diera vueltas alrededor de la Moncloa hasta que empezaron a llegar coches de lujo, en su mayoría extranjeros, todos largos y brillantes. Fue mi señal. Bajé del automóvil y entré decidido, aunque algo nervioso, lo reconozco.
Ya con una copa de champán en la mano, traté de pasar desapercibido, pero enseguida un hombre bajito, completamente calvo pero muy bien vestido, se me acercó.
-"¿Cómo estáis, tanto tiempo?, ¿cómo anda eso........
© Vozpópuli
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