Los enemigos del pueblo
La política es una continua emisión de ruido que tiene como fin ocultar la verdad. Cuando escuchamos a nuestros alcaldes, ministros, diputados o consejeros autonómicos, nos transmiten la sensación de que se ocupan afanosamente de nuestros problemas, de que se desviven por proporcionarnos atención médica, educación, subsidios de desempleo, pensiones, vacaciones pagadas, agua potable, aire limpio, seguridad y cultura. Tampoco descuidan obsequiarnos con regalos más abstractos como identidad, dignidad, igualdad o justicia, palabras que salen de sus bocas como un inagotable torrente de promesas que harán mejores nuestras vidas, nos protegerán de toda clase de males y nos asegurarán la felicidad.
Y es cierto que disfrutamos de muchas de estas ventajas, ofrecidas por un Estado pródigo y gigantesco que nuestros representantes públicos, a los que votamos tras ponderar sus programas, expuestos en largas y costosas campañas electorales, gestionan y manejan en nuestro nombre. No es fácil orientarse entre tanta polémica estruendosa, debate a cara de perro, manipulación de los hechos, invención de la realidad y acusaciones mutuas con o sin fundamento. La mayoría de la gente, equipada con conocimientos y herramientas de análisis escasos e insuficientes, se encuentra indefensa........
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