La política, un mundo equívoco
La noticia de que Albert Rivera ha dejado el bufete Martínez Echevarría a los dos años de su muy publicitado fichaje de manera que no puede calificarse de amistosa, ha generado un alud de comentarios, rumores y maledicencias de toda laya. Este episodio de la trayectoria del que fuera líder de Ciudadanos durante trece años y que experimentó la dura prueba del ascenso lento y trabajado seguido de una caída muy abrupta, pone de relieve algunos rasgos de la relación entre la esfera política y el sector privado en España que son dignos de examen si queremos que nuestro sistema institucional recupere la salud perdida a lo largo de las últimas tres décadas. Más allá de los pronunciamientos de las dos partes ya abiertamente enfrentadas, la empresa que en su día le contrató a bombo y platillo y el propio Rivera, un análisis objetivo de lo sucedido conduce a una interpretación obvia. Los propietarios de Martínez Echevarría se fijaron en Rivera una vez éste abandonara la política activa con evidentes propósitos publicitarios. Pensaron astutamente que el anuncio de la incorporación de una figura de la popularidad y el atractivo personal del objeto de su deseo, junto con la valiosa agenda de contactos al........
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