Que la juventud cubana se ha puesto aventurera, dándole lo mismo Tokio, Barcelona que Moscú, ya lo expresó hace alrededor de diez años en una de sus canciones antológicas el popular dúo de trova Buen Fe, en su disco Catalejo, allá por el 2015.

De aquella fecha a la actualidad el panorama se antoja similar. Son muchos los que por diversos motivos deciden cambiar de horizontes, entre ellos, el no encontrar en su país razones suficientes que los aten a echar raíces y desarrollar aquí su proyecto de vida futuro.

De ellos mucho se habla en cualquier esquina, todo el mundo está pendiente y se pondera con beneplácito a quienes dan ese salto, pero… ¿y los que se quedan?, ¿de esos no se dice nada? Esos que contra viento y marea resuelven echar paʼlante escalando montañas de vicisitudes, dispuestos a levantarse tantas veces como sea necesario, aun si en el trayecto al porvenir son atropellados por la avalancha de obstáculos.

A esos, dirían muchos, habrá que erigirles un monumento en nombre a su voluntad, ponerlos en un pedestal porque cuando la caña se puso a tres trozos no les tembló el pulso para continuar luchando por lo que creen.

De esos, en mi opinión, es de quienes hay que hablar, y seguir su ejemplo multiplicando su arrojo; y es que casos como esos los tenemos bien cerca, dejándose el alma por hacer de este un lugar mejor.

Recientemente tuve la dicha de apreciar la labor de uno de esos intrépidos que apenas rebasa las tres décadas de vida. Tan joven y es reconocido por quienes han tenido la oportunidad de admirar cuanto ha conseguido a base de esfuerzo, determinación, sacrificio y como ingrediente fundamental, una elevada dosis de amor por lo que hace.

Es alguien que cree y siente lo que hace, trasforma las dificultades en beneficios y no se detiene por muy espinoso que sea el camino. A base de coraje –con el apoyo de esas personas que reconocen el valor de los que luchan– ha transformado alrededor de cinco hectáreas de tierra cubiertas por marabú en un oasis de producción de alimentos para el pueblo.

No es el único, en la Isla de la Juventud contamos con varios que entendieron la necesidad de dar el paso al frente ante las complejidades, asumieron el desafío sin miedo a nada y día a día labran su porvenir y aseguran el de la gente.

Los encontramos en todas las esferas, en todos los frentes, aunque el impacto de los que están vinculados directamente a la producción de alimentos se hace sentir con más fuerza.

Hace pocas horas un gran amigo festejaba junto a sus compañeros de estudio su anhelada graduación como nuevos profesionales de la Salud. Todos celebraban el trascendental momento de sus vidas, colmados de perspectivas, sueños e interrogantes ante los venideros retos que supondrá enfrentarse a la noble labor de salvar vidas. Eso en medio de un contexto caracterizado por la escasez de insumos médicos y recursos de todo tipo. Pero con la firme convicción de ser fieles a quienes lo han formado, a aquellos que trasmitieron sus conocimientos a la sangre nueva convencidos de que con ello aseguran la continuidad de un proceso que se niega a claudicar y pretende evolucionar conforme a los tiempos que corren.

Aunque por ahí se empeñan en afirmar que la juventud está perdida, basados en aisladas actitudes de algunos mozos verdes que no representan a la juventud cubana, puedo asegurar que es una afirmación errónea. Los que estamos acá también somos aventureros, pero desde la perspectiva y la actitud de forjar nuestro propio destino.

Yo, como Fidel, elijo creer en los jóvenes porque eso significa un pensamiento, es “ver en ellos, además de entusiasmo, capacidad; además de energía, responsabilidad; además de juventud, ¡pureza, heroísmo, carácter, voluntad, amor a la Patria, fe en la Patria! ¡Amor a la Revolución, fe en la Revolución, confianza en sí mismos, convicción profunda de que la juventud puede, de que la juventud es capaz, convicción profunda de que sobre los hombros de la juventud se pueden depositar grandes tareas!”

QOSHE - Los aventureros que elegimos forjar nuestro destino - Yuniesky La Rosa Pérez
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Los aventureros que elegimos forjar nuestro destino

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15.02.2024

Que la juventud cubana se ha puesto aventurera, dándole lo mismo Tokio, Barcelona que Moscú, ya lo expresó hace alrededor de diez años en una de sus canciones antológicas el popular dúo de trova Buen Fe, en su disco Catalejo, allá por el 2015.

De aquella fecha a la actualidad el panorama se antoja similar. Son muchos los que por diversos motivos deciden cambiar de horizontes, entre ellos, el no encontrar en su país razones suficientes que los aten a echar raíces y desarrollar aquí su proyecto de vida futuro.

De ellos mucho se habla en cualquier esquina, todo el mundo está pendiente y se pondera con beneplácito a quienes dan ese salto, pero… ¿y los que se quedan?, ¿de esos no se dice nada? Esos que contra viento y marea resuelven echar paʼlante escalando montañas de vicisitudes, dispuestos a levantarse tantas veces como sea necesario, aun si en el trayecto al porvenir son atropellados por la avalancha de obstáculos.

A esos, dirían muchos, habrá que erigirles un monumento en........

© Victoria


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