El caos vial que agobia al Área Metropolitana tiene tres componentes: una infraestructura vial deficiente, la incultura de los conductores en general y la ineficacia de las autoridades para hacer cumplir las normas viales.

Nosotros siempre hemos propuesto, ya que hoy existe la tecnología apropiada, que se diseñe un plan vial que cumpla con dos requisitos válidos que lo puedan hacer viable: “zanahoria y garrote”. Pensemos en una campaña masiva de capacitación, enseñando a la gente el respeto a los derechos de los demás a través del cumplimiento de las disposiciones viales, utilizando todos los medios de comunicación posibles, mostrando la necesidad de cooperar todos, acatando las normas, precedido de un plan de reconvención educativa por un periodo digamos de 180 días, de tal manera que no haya lugar a dudas sobre lo que todo conductor debe hacer para comportarse socialmente.

Una vez concluido ese plan educativo entonces sí empezar, con todo rigor y contundencia, a aplicar las sanciones que acarrea el no cumplir las normas de tránsito, es decir, dicho en términos más claros “garrote”, por considerar que así aprendemos a convivir en una reorganización del tránsito vial. Para ello sugerimos se implementen las fotomultas, pues así logramos una cobertura más amplia sin que tengamos que utilizar agentes de tránsito; estamos absolutamente seguros que después de la primera multa que nos duela, empezaremos a tener el cuidado y el respeto que siempre debimos tener.

Las ciudades que lo han implementado como Medellín y Cúcuta han avanzado significativamente en un ordenamiento vial; se nota la preocupación de los conductores de no infringir las normas y de esa manera proteger su patrimonio.

Este modelo de fotomultas tiene la ventaja que es el propio conductor que se autorregula, lo cual hace que sea más efectivo que el modelo actual porque si no hay agentes de tránsito a la vista, tampoco hay normas al respecto.

Debemos tratar de no incurrir en el fracasado modelo de las fotomultas en Floridablanca, convertidas éstas en un negocio privado que al final terminó siendo la verdadera causa de su fracaso.

Alcaldes: no busquen más el muerto río arriba pues no lo van a encontrar y al utilizar un modelo como el propuesto causarán escozor a los mal acostumbrados, pero pasado el sarpullido, comenzaremos responsablemente a comportarnos mejor.